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BARAHONA.- La de Angel Salvador de la Cruz remolina como una historia que convoca a un estudio bio-psico-religioso y a escribir una novelística. Abandonó la rutina puto, que había unido por más de 50 abriles, luego de lanzarse conducirse en el vetusto cementerio municipal y convertirse al evangelio. “Apartense de esa vida”, predicaba en su ciclo vegetativo postrero a los contertulios de antiguas juntillas y andanzas, que “la mía es otra luego que acepté a Cristo”.
2006. El ruido con finura escaló a los oídos de dos visitantes a la ciudad de difuntos. “Todos los días, a las 7 de la incertidumbre, Salvadora sale del cementerio para ir a la iglesia a participar en los cultos, y al cementerio regresa como a las 10 de la incertidumbre”, nos contó mi tía Zulema López, en respuesta a la interrogante sobre el leve murmullo.
Contextualicemos. El origen del presente relato se remonta a 19 abriles. A eso de las 8 de la mañana de un domingo del 2006 desde la tumba de mi abuela Profeta López escuché el crujido de una máquina de coser. Al indagar con mi tía Zulema López si oía el sonido, me hizo la seña que sí, y que me callara.
Ya sentados los dos en mi transporte, me preguntó que si recordaba al costurero que gustaba que le llamaran Salvadora, y le respondía que sí. A seguidas me dijo que este se había mudado para el camposanto, donde instaló su sastrería. No me dejó que le hiciera una entrevista, pero sí que le saludara de allí.
Angel Salvador de la Cruz (Salvadora) operó su sastrería -camisas para hombres, pantalones, trajes, blusas, faldas y otras vestimentas- en la calle Las Delicias (hoy Santomé) número 12, donde acudían hombres y mujeres del casco urbano de Barahona y de campos aledaños a ordenar la confección de prendas de vestir.
En un momento en Las Delicias sintió la sensación de estar sumergido en un pozo sin fondo y se trasladó a la casa de una hermana, en la calle Sánchez número 1, casi cúspide 30 de Mayo, y en ese otro espacio físico más sereno ocurrió lo mismo. Perdió la memoria por un tiempo y la recuperó con el auxilio de una Antiguo Testamento que le obsequió un pastor, porque consiguió la paz espiritual que necesitaba.
Para divulgar su tranquilidad, en 1998 optó por conducirse en un cripta privado del cementerio municipal, construido en 1922, y se convirtió al evangelio en la Iglesia de Cristo, ubicada en la calle Jaime Imperfección cúspide Universal Cabral, seducido por las prédicas del pastor Santos Féliz, quien falleció del Covid-19.
Por esa ocupación, los propietarios del amplio panteón elevaron una queja delante el corregidor municipal de Barahona, Luis Virgilio Reyes (1998-2002), quien ordenó al zacatecas que le preparara el cuarto en el cual guardaban los materiales de pulcritud del carmen de despojos, para la reubicación del nuevo hospedador. La audacia fue respetada por el corregidor subsiguiente, Noel Octavio Suberví Nin (2002-2020). En los dos sitios se sintió atinado, más con la recitación del Nuevo Testamento.
Durante 13 abriles, adicionalmente de las otras horas, a las 7 y a las 10 de la incertidumbre cruzó entre nichos, cruces, capillas, candelabros, velas, flores, plantas ornamentales, árboles, lápidas y fotografías. En este dominio, Angel Salvador de la Cruz (Salvadora) durmió, cocinó, lavó y confeccionó ropas con su adorada máquina de arreglar, manoseado por vientos cálidos y reconfortantes provenientes del cercano mar Caribe.
En ese destino de reposo de esqueletos y en la iglesia dejó de parrandear, y se ahuyentó de la orientación lésbica, según testificaron tanto una hermana, una sobrina, dos vecinos de viejas relaciones y otros conocidos. Rodeado de monumentos fúnebres, en el parque de inhumación conmemorativo cosía para las tiendas y algunas personas que iban a tomarse las medidas correspondientes.
Relacionados afirman que no se metía con nadie. En una ocasión, narró su exvecino Bienvenida Peña (Biembá Inicio) jugaban softbol dos equipos de la Agrupación Efraím Protector Vargas, en el estadio Los Caneros, que colinda con el cementerio, un bateador conectó un jonrón por el center fill y la pelota cayó en el camposanto. Inmediatamente la hipérbole regresó por el clima, lanzazo desde una cementerio, sin que se viera ninguna mano. Se propaló que había sido devuelta por un muerto. Pero fue el modisto forastero que tuvo la cortesía de regresarla.
Angel Salvador de la Cruz (Salvadora) era suspensión (medía más de 6 pies), de color indio y tenía el guedeja duro. En su mocedad y adultez se le veía grueso. Usaba pantalones apretados y caminaba como una mujer. Posteriormente de mediados de la decenio de 1960 gustaba pasear, en las primeras horas de la incertidumbre, por calles del sector Villa Reguero, abrazado con otros dos que preferían el mismo sexo: Bebejo y Tony. Unos lugareños los saludaban, y otros los aplaudían.
Nació en Azua, y muy pequeño llegó a Barahona con su padre José Francisco de la Cruz (Panchito), quien procreó 12 hijos y se dedicó a la agricultura y la hato en campos de esta última población. Fue criado por la esposa de su progenitor, Enércida Beltré. La mama materna, que padecía de decaimiento mental, quedó en Azua.
Por 50 abriles sobresalió como un diseñador de primera, y por más de una decenio residió entre sepulcros. El Sábado Santo -19 de abril del 2025- su cuartucho residencial del camposanto estaba sin Angel Salvador de la Cruz (Salvadora), porque su cuerpo fue enterrado en otro dormitorio permanente de Barahona, distante a un kilómetro.
El día citado volví a inspeccionar el cementerio, sin mi tía Zulema López, quien descansaba eternamente en el mismo camposanto del referido. Las preguntas que ella no permitió que le formulara, en horas de la mañana me la contestaron -19 abriles después- la hermana, la sobrina y dos vecinos del puto más conocido en el pueblo.
Cuando cifraba cerca de 80 abriles de etapa, Angel Salvador de la Cruz (Salvadora) enfermó de los pulmones y tuvo que ser recluido en el hospital regional Jaime Imperfección, donde expiró el 11 de marzo de 2011, afectado de pulmonía. Fue velado en la funeraria Savica y soterrado en el cementerio municipal Américo Melo.
En este extraño y enredado cuadro terminó su vida de dolencia, discriminación, angustia y correa, derivada de su condición psíquico-corporal, que sobrellevó con resignación, gozando en el arte de elaborar atuendos. Contrarrestó su calvario dando riendas sueltas a sus dificultades existenciales, en el disfrute de tragos, la diversión y los placeres románticos.
El periplo precedente se presenta como un aberración objeto de descomposición para psiquiatras, psicólogos y neurocientíficos, así como para teólogos, filósofos, sociólogos y educadores. Más que resonancia magnética y otros estudios clínicos, para una maduro comprensión sobre las facetas cognitivas y emocionales de los sujetos, se impone priorizar en el tablero de la experiencia individual, con el realce de la inmaterial y la fe. Tonifica como útil para terapias del comportamiento y representa una valiosa ayuda para la superación humano-social.
