
Aposentar tropiezos escapa de la memorándum salvífica y fundacional de la país nueva. Las equivocaciones son inexistentes y cualquier obra que ayer tenía categoría de infracción se convierte en error y siempre será subsanable.
El afán de reformas y méritos comenzó desde el triunfo. Transcurridos cuatro abriles y 10 meses de mandato si algún adulón se le ocurriera llamar una provincia con el nombre del presidente tendría respaldo.
Aunque las nuevas leyes no se apliquen continúa la promulgación y sirve más para complacer peticiones que para remediar.
El celo con la ratificación de la independencia del Tarea Divulgado y con la asepsia de la Procuraduría Común de la República-PGR- permitieron no solo el descuido sino el dejadez del sistema penitenciario dominicano.
Las consecuencias son espantosas gracias a una indiferencia inexplicable. Sin reacción oficial se hundía aquello en el cieno de la irresponsabilidad y la inercia. El presidente permanecía desconocedor e indemne a la crisis. La canalla encerrada poco importaba si los cuellos blancos estaban privados de emancipación sin sentencia condenatoria, pero con respaldo popular.
El hombre más informado del país nunca estuvo al tanto de los sucesivos informes de la “Oficina Franquista de Defensa Pública” describiendo las estafas, trastorno, secuestros, suplantación de identidad, asesinatos, que se planifican desde las cárceles. Siquiera estuvo enterado de las condiciones dantescas de los recintos carcelarios, autoridad fuera del prodigio crematístico donde la tortura, la prostitución, las enfermedades que se creían ausentes en la población, son parte de la rutina.
La empatía con la PGR y su calidad solo se ha medido por el éxito de la PEPCA, lo demás es incómoda etcétera.
El colapso del sistema motivó la reverso al ruedo del indecible e imprescindible asesor penitenciario. Sin reparar en antiguos afectos y dejando antes su cercana colaboración con la individuo de la PGR comenzó el proceso de denuncias e imputación de faltas a funcionarios que lo asumieron como consiliario y ejecutor de proyectos.
El antiguo director de la Escuela Franquista Penitenciaria convenció al presidente de la utilidad de conversar con él y no con las autoridades correspondientes para desavenir el horror. Comisiones creadas, Las Parras reivindicadas, contratos validados y de asesor pasó a presidir la Oficina Franquista de Apoyo a la Reforma Penitenciaria.
El director es protagonista y la ley orgánica que regula el Sistema Penitenciario y Correccional-113-21- no se aplica y la Dirección de Servicios Penitenciarios y Correccionales parece desplazada.
S in mortificación por la inobservancia de la ley actual, la esperanza está en la creación del Tarea de Ecuanimidad y ya el Senado conoció el plan de ley y votó a valía.
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Algunos ciudadanos sienten que merecen el cargo y esperan exhibir un traje confeccionado a la medida de sus apetencias.
Es obvio intuir que el presidente aplazamiento el remisión para su promulgación. Vale repetir que legiferar no es corregir.
Antaño de la creación del tarea, se impone la modificación de la ignorada Ley 113-21. Ojalá adviertan al presidente y lo motiven a ponderar, si procede, en tiempos de rigor ficticia, la creación de cinco viceministerios previstos en el plan.