

La autora es orientadora y neuro psicopedagoga.
POR RAYDINA LORA
La tragedia en la discoteca del Jet Set cuyo techo se desplomó por completo ha conmocionado a nuestra sociedad, dejando profundo dolor en los corazones de las familias y amigos de las víctimas. Este desgarrador suceso no solo nos recuerda la fragilidad de la vida, sino que todavía plantea preguntas cruciales sobre la seguridad en espacios públicos y la responsabilidad de las autoridades.
Las imágenes del colapso, donde la música y la diversión se convirtieron en caos y desesperación, son un recordatorio terrible de que, en un instante, la celebración puede transformarse en tragedia. Lo que debía ser una tenebrosidad de alegría se tornó en un tablado de horror, donde muchas personas perdieron la vida y otras quedaron heridas, marcando a una comunidad entera.
Es crucial investigar las causas del desplome. ¿Se habían tomado las medidas de seguridad adecuadas? ¿Se había realizado un mantenimiento pertinente en la infraestructura del nave? Estos interrogantes son vitales y deben abordarse con emergencia. La desidia de regulación y supervisión en lugares de incorporación concurrencia puede resultar en consecuencias fatales, y es hora de que las autoridades se tomen en serio la seguridad de sus ciudadanos.
Por otra parte, es esencial que los dueños de estos establecimientos comprendan la responsabilidad que tienen en la protección de sus clientes. La búsqueda de beneficio no puede prevalecer sobre la integridad y la vida humana. La industria del entretenimiento debe adoptar un enfoque más proactivo en cuanto a la seguridad y el bienestar de quienes acuden a sus locales.
A medida que el dolor reverbera por nuestra comunidad, todavía debemos ser solidarios con aquellos que han sufrido la pérdida. Los sobrevivientes y familiares de víctimas necesitan apoyo emocional y físico. Las ciudades deben ofrecer medios adecuados para ayudar a recobrarse estas heridas profundas, tanto inmediatas como a prolongado plazo.
Esta tragedia debe servir como llamado a la energía. Es imperativo que redoblemos nuestros esfuerzos para avalar que no se repitan incidentes tan devastadores. La seguridad en espacios públicos debe ser una prioridad, y la opinión pública tiene el poder de exigir cambios para proteger a todos.
En conmemoración de las vidas perdidas, debemos comprometernos a construir un entorno más seguro para todos. La memoria de las víctimas no debe ser solo un lamento, sino un motor para el cambio y la progreso continua de nuestras comunidades.
Jpm-am
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