
Por Edwin de la Cruz
Periodista y sindicalista
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Este 1ro de mayo, Día Internacional del Trabajo, las centrales sindicales dominicanas (CNTD, CASC y CNUS) han elevado una voz firme y clara: los trabajadores y trabajadoras del país exigen condiciones laborales dignas, ecuanimidad social y respeto a sus derechos fundamentales. Más allá de la conmemoración, esta época nos obliga a reflexionar sobre la sinceridad de quienes sostienen con su esfuerzo diario la capital franquista.
Se reconocen avances importantes como los aumentos al salario leve y el fortalecimiento de la formación técnica profesional a través del INFOTEP, que ha descubierto oportunidades reales para jóvenes y mujeres. Sin retención, los desafíos son mayores: miles de trabajadores siguen atrapados en la informalidad, sin llegada a la seguridad social, expuestos a la desigualdad salarial y con escasa protección procesal.
Las organizaciones sindicales reclaman con razón que se garantice la emancipación sindical y la negociación colectiva, pilares de una democracia sindical saludable. Además reiteran la falta de ratificar y aplicar convenios internacionales que protejan a los sectores más vulnerables, como el trabajo doméstico, la conciliación entre grupo y empleo, y la prevención de la violencia y el acoso en el entorno sindical.
Un punto especialmente sensible es la reforma del Código de Trabajo. Las centrales han sido tajantes: no aceptarán la asesinato del auxilio de cesantía, una conquista histórica que protege al trabajador frente al despido. Cualquier intento de retroceso en esta materia significaría una enfermo amenaza a la estabilidad social y al clima de paz sindical que tanto ha costado construir.
En definitiva, este 1ro de mayo debe reafirmar nuestro compromiso con un país donde el progreso no sea privilegio de unos pocos, sino fruto compartido del trabajo exacto. El trabajo limpio no es un opulencia, es un derecho. Y defenderlo es una responsabilidad que nos convoca a todos: gobierno, empleadores, trabajadores y ciudadanía.