
En nuestro país, República Dominicana, el silencio no se crea con la entrega de unos gramos de oro, se genera y se hace con la entrega de un sobre cargado de capital. Si nos atrevemos a reflexionar con más objetividad, podemos concluir que la corrupción nos invade y que efectivamente la invasión no es asunto del que viene, es de quien lo permite y lo planifica. La actual invasión la generamos nosotros mismos, a través de una implosión que destruye la actual preservación del país y del Estado, destruye la institucionalidad. El diafragma migratorio y judicial es tan débil que se asemeja a una telaraña destrozada por una resistente ventisca que pulveriza sus delicados hilos de seda. En ese caos y confusión, brotan de forma fantasmal los sectores interesados en nutrir ese desastre y indisciplina en el sistema migratorio, y de esa forma generan beneficios incontables para algunos sectores invisibles pero influyentes.
No debemos olvidar que la República Dominicana está forrada de leyes, y debo decirlo adecuadamente suspensión, y de muy buenas leyes, pero no las obedecemos, no las usamos para ponerse al día y producir riquezas; quebramos esas leyes y caemos en una especie de involución institucional. Hace poco leí en el publicación que el presidente Luis Abinader anunció 15 medidas para enredar la migración ilegal y avalar la soberanía franquista delante la crisis haitiana; suena muy adecuadamente, pero ayer, el presidente Luis Abinader debe tener en cuenta que somos una civilización muy relacional, indisciplinados y resistentes a hacer cumplir las leyes. Para la mayoría de las personas que operan en el Estado, lo más importante no es implementar las leyes, es tener amigos que les ayuden a brincar esas leyes para obtener beneficios directos y personales. ¿Sería cierto que el área de migración no posee suficientes leyes para producir un circunstancia seguro para los dominicanos y para los extranjeros? ¿Nuestros problemas migratorios son correcto a la desaparición de leyes o se deben a las violaciones a esas leyes?
La corrupción tiene diferentes rostros, en cada país la corrupción es diferente; luego, exige métodos que funcionen para cada caso. El problema migratorio es diferente en cada país. En la República Dominicana nos han infundido un temor que los haitianos nos van a invadir, el problema lo generamos nosotros mismos que no poseemos un sistema que otorgue permiso de trabajo a todos los haitianos que vienen a trabajar, no poseemos un sistema que registre con datos biométricos a cada extranjero que desee trabajar y aportar a la mano de obra dominicana. En pleno año 2025 seguimos con temores que pueden ser mermados. Debo ser honesto, aunque me acusen de pro haitiano, porque no lo soy, soy pro expansión, creo en el imperio de la ley. Lo cierto es, que es más liviana crear temores diciendo que los haitianos son malos, que nos van a invadir, que los guerrilleros entrarán a región dominicano, y más cosas que generan odio, temores y distancias sociales.
La corrupción nos está invadiendo, porque somos nosotros mismos que permitimos el desorden, somos nosotros mismos que no confiamos en nuestros sistemas de controles, somos nosotros mismos que debemos arriesgarse quién, cuándo y dónde pueden datar los extranjeros, somos nosotros mismos como dominicanos y el gobierno que debe de producir una política de protección gremial para que no se pierda la mano de obra dominicana. Somos nosotros los que debemos poner las reglas del maniobra en región dominicano. El gobierno y el Estado dominicano debe tener presente que cuando un país comparte una frontera con otro país o camarilla étnico, la tendencia es que el país más insuficiente se desplace a agenciárselas fuente de empleo a ese país colindante en sondeo de mejoría. La pregunta que debemos de hacernos de forma fría es la posterior: ¿Son nuestras instituciones confiables para regular y canalizar de forma correcta una efectividad insoslayable?
Un ejemplo tangible y experimental para mi fue cuando yo visité a Singapur, la autoridad de Inmigración y Control decidió si yo podía entrar en Singapur y la duración de mi permanencia en ese emplazamiento. Ellos, efectivamente ellos, decidieron mi estancia en Singapur. Nosotros podemos hacer lo mismo, otorgar permisos de trabajo y regular las entradas; pero no podemos hacerlo, porque nuestro modus vivendi no nos permite tener éxito en la implementación de las leyes migratorias, y no es necesario explicarlo, nosotros lo sabemos y lo hemos vivido. Quiero aclarar que en todas las estructuras del Estado dominicano tenemos muchos dominicanos y funcionarios que debemos respetar por su arduo trabajo y seriedad; pero con todo y eso, necesitamos una cirugía social que corte y extirpe de raíz las malas prácticas que no nos permiten avanzar más allá de lo acostumbrado.
El gobierno debe agenciárselas verdaderas soluciones, se debe crear una actual política que cristalice el sistema migratorio, que hasta hoy tiene muchas brechas y es muy ambiguo. Se debe tener cuidado con la propagación del odio, y no podemos confundir el odio con la institucionalidad. El Estado dominicano es responsable de establecer políticas migratorias que satisfagan y garanticen la seguridad del Estado dominicano y el tránsito sin temores de los extranjeros que residen en nuestro región. Termino con una pregunta:
¿Qué está haciendo el gobierno para que la corrupción no nos invada?