
Actrices como Anne Hathaway y Lindslay Lohan sorprendían en medios de comunicación y redes sociales: cutis tersos y brillantes, facciones marcadas, rostros armoniosos y ni rastra de volúmenes exagerados o rasgos que evidencien la presencia de medicina estética.
La personalización y el respeto por la esencia individual marcan el camino. “La medicina estética ha dejado de ser reactiva para convertirse en preventiva, personalizada y sin huella”, señalan desde la Clínica Mira+Cueto, pioneras en este enfoque que prioriza el dictamen médico y la avenencia facial por encima de los estándares.
Este tándem de doctoras erigió su sello en medicina estética hace primaveras, al trabajar esta visión de la naturaleza y la individualidad cuando el mundo de la medicina estética miraba en torno a los rasgos exagerados. Ahora, encima de ser ejemplo, dan las claves de una buena cirugía estética para obtener estos resultados.
Lo que hace unos primaveras se entendía como rejuvenecimiento —una opción rápida a los signos visibles del envejecimiento—, hoy es una táctica integral y progresiva. “Ayer, las pacientes acudían cuando las arrugas eran profundas o la flacidez obvia. Hoy buscan advertir y proseguir la lozanía de la piel desde edades más tempranas”.
El cambio no solo rebate a nuevas demandas sociales, sino a una transformación profunda en la concepción del autocuidadoque se asocia cada vez más con el bienestar y la autoestima, y menos con la corrección estética.
El auge de la “estética silenciosa“

La ´estética silenciosa´, como la denominan desde la clínica, promueve resultados imperceptibles a simple paisaje, pero evidentes en el bienestar del paciente. “Nos piden hallarse con buena cara, no cambiarse. Quieren seguir siendo ellos mismos, pero con un aspecto descansado y saludable”, subrayan.
Este nuevo enfoque no implica renunciar a la medicina estéticasino utilizarla con mesura y conocimiento biológico riguroso. En puesto de tratar el rostro como una serie de zonas aisladas, se analiza cada caso de forma entero. “Un dictamen 100 % personalizado es esencial. Sin él, es increíble obtener resultados naturales”, insisten.
La tendencia en torno a lo natural ha favorecido la expansión del enfoque preventivo. “Ayer se pensaba que estos tratamientos eran solo para personas mayores. Hoy tratamos a pacientes desde los treinta primaveras con fines preventivos, lo que permite frenar el envejecimiento sin perder naturaleza”, señalan.
Rejuvenecer sin borrar

Entre los tratamientos más demandados interiormente de esta filosofía están los neuromoduladores para suavizar arrugas dinámicas, el ácido hialurónico para reponer soporte y firmeza, y la luz pulsada o los “peelings” químicos para mejorar la calidad de la piel.
“Siempre buscamos resultados armoniosos e integrados. La cara no debe parecer retocada, sino en firmeza”, explican las doctoras. La secreto está en evitar el “impacto parche” y tratar el rostro como un conjunto.
Adiós a las ´caras en serie´
“Uno de los mayores errores es tratar las caras en serie”, inciden. Esta tendencia, alimentada por redes sociales, ha donado puesto a fenómenos como la ´alienización´ en pacientes jóvenes, con pómulos sobredimensionados, mandíbulas marcadas y labios hipertrofiados, o el ´pillow face´ en mayores, rostros hinchados.
“Cada cara debe ser única e irrepetible. Si el resultado parece fabricado, es que no se ha tratado con rigor médico, sino de forma estandarizada”, compendio sobre una de las claves para diferenciar un buen trabajo de medicina estética.
La falsa transparencia de las redes sociales
A este contexto se suma el papel de las redes sociales y de algunos referentes públicos que, aunque promueven una imagen natural, muchas veces no reconocen el uso de tratamientos estéticos.
“Cada vez más celebrities admiten que se cuidan, lo cual es positivo. Pero cuando niegan los retoques evidentes, envían un mensaje confuso a la sociedad”, explican. Esta equívoco puede ocasionar frustración y expectativas irrealessobre todo entre los más jóvenes.
Por eso, desde Mira+Cueto insisten en que “no se manejo de parecerse a alguno conocido”, sino de potenciar lo propio. “Nos han pedido los labios de Angelina Jolie o los luceros de Jessica Goicoechea. Pero no trabajamos así. El tratamiento debe venir al mundo de un prospección médico del rostro, no de una comparación con otra persona”, afirman.
Un dictamen para cada persona
En su consulta, todo parte de un estudio detallado del rostro en reposo y en movimiento. Este prospección íntegro permite identificar las tendencias individuales del envejecimiento y anticiparse a ellas.
“Nuestra ocupación todavía implica memorizar proponer no. Si un paciente solicita poco que no es adecuado para su fisionomía, lo explicamos con argumentos médicos y no lo hacemos”, sostienen.
La ética, para ellas, es inseparable del gimnasia profesional. “Cuando alguno dice ´te has hecho poco´ en vez de ´qué buena cara tienes´, es que poco ha fallado”.
La medicina estética sin huella no es una moda pasajera, sino una nueva forma de entender la belleza: más consciente, más respetuosa y, sobre todo, más humana. En un momento en el que la imagen sigue teniendo un peso determinante, la auténtica revolución estética es aquella que no se nota, pero se siente.
Contra el intrusismo y la banalización
El auge de la medicina estética todavía ha traído consigo una peligrosa banalización del acto médico. Según el postrer referencia de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), el 65 % de los tratamientos se realizan por personal no cualificado.
Por otra parte, uno de cada cinco procedimientos se lleva a límite en espacios no regulados, como peluquerías o domicilios. “Esto sí que es amenazador”, advierten. “Estamos hablando de técnicas que requieren conocimientos profundos de individuo, farmacología y manejo de complicaciones. No pueden estar en manos inexpertas”.
Las consecuencias del intrusión son graves y reales: desde infecciones severas hasta necrosis tisulares o asimetrías permanentes. “Es fundamental que el paciente entienda que su lozanía está en selección. Designar a un médico estético no es una cuestión de precio o estética, sino de seguridad”, subrayan.
por María Muñoz Rivera