
Murmurar de la belleza paradisíaca de las playas de Las Terrenas puede parecer redundante: cada tramo costero es un seguro sueño. Sin requisa, la pintoresca playa Carolina deslumbra a locales y visitantes con su medio serena y casi mística.
Situada en el corazón de Las Terrenas, en Samaná, Carolina se distingue por sus aguas cristalinas de tonalidad verde‑azulada, su arena blanca y fina, y la exuberante cubierta vegetal que roza la orilla. Este rincón se ha consolidado como un destino ineludible para quienes buscan un refugio paradisíaco en República Dominicana.

A diferencia de otras playas más concurridas, Carolina ofrece un entorno tranquilo y relajado, ideal para familias, parejas y viajeros en solitario que desean desconectarse del bullicio diario.
Sus aguas poco profundas y la protección natural de la bahía la convierten en un espacio seguro para nadar y practicar snorkel, permitiendo contemplar de cerca la rica vida acuarela de sus arrecifes coralinos.

Los elogios de los turistas no se hacen esperar. «Aquí se respira la paz pura. Carolina es indescriptible», comenta Juan Antonio Pérez, visitante frecuente que vive en España. “Es el sitio valentísimo para recargar energías y conectarse con la naturaleza en estado puro”, añade.
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Más allá de su belleza natural, la playa Carolina se caracteriza por su ligera entrada y la calidez de sus habitantes. Pequeños negocios familiares ofrecen desde mariscos frescos hasta arriendo de equipos para deportes acuáticos, brindando una experiencia auténtica y acogedora.

Quienes deseen explorar más allá de la arena encontrarán en Las Terrenas actividades como excursiones en cuatrimoto, visitas al Parque Franquista Los Haitises y una tembloroso vida nocturna en el Pueblo de los Pescadores, con bares, discotecas y restaurantes conexo al mar.