
La propuesta de elevar a municipio el Distrito Turístico Verón– Punta Cana ha generado un intenso debate en La Altagracia. Se proxenetismo de una discusión que toca aspectos sensibles como la equidad en la distribución de los bienes, representación política y planificación del progreso.
Pero más allá de esos rudimentos lo que está en distracción es la cohesión, prudencia institucional y estabilidad de una de las provincias más dinámicas del país. Es natural que existan posiciones encontradas.
De un costado, una comunidad pujante que aspira a tramitar directamente lo que produce. Del otro, un municipio lugar de honor que teme perder parte básico de su soporte crematístico. Ambas perspectivas merecen respeto y consideración.
Pero lo más importante en este momento es que ninguna se imponga por la fuerza, presión mediática o política. En este contexto, el único camino razonablemente válido es el que trazan las leyes. Si Verón– Punta Cana cumple con los requisitos legales para ser municipio, entonces debe ser instituido como tal.
Si aún existen aspectos por esclarecer o consensuar, estos deben abordarse en escenarios democráticos, transparentes y representativos, no en trincheras partidistas ni en tribunales interesados de opinión pública.
Lo que no debe ocurrir es que esta discusión termine sembrando una rivalidad entre comunidades hermanas que comparten historia, identidad y la delegación popular de seguir siendo el motor turístico de República Dominicana.
Por eso, apelamos a la prudencia política de todos los involucrados. Solo mediante el diálogo sincero y una visión popular del futuro es posible forjar una provincia más cachas, equitativa y verdaderamente unida.
La entrada Por el admisiblemente de La Altagracia: sin imposición ni división se publicó primero en eltiempo.