
El papa Héroe XIV apeló al aprecio como contraveneno contra los males que afligen el mundo, desde el egoísmo que impide “establecer vínculos, a las guerras que surgen de la método de la salvedad, sin olvidar los dolorosos feminicidios”.
Frente a miles de fieles, reunidos en una abarrotada plaza de San Pedro, con ocasión del Fiesta de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades, el papa habló en su homilía de la influencia del Espíritu Santo, cuya revelación se celebra en Pentecostés, y recordó a sus predecesores Benedicto XVI y Francisco.
“El Espíritu abre las fronteras” y nuestra vida al aprecio”, dijo el pontífice estadounidense, citando las palabras que usó Benedicto XVI 20 abriles a espaldas, igualmente en Pentecostés, cuando aseguró que la Iglesia “debe aclarar las fronteras entre los pueblos y derribar las barreras entre las clases y las razas”, sin olvidados ni despreciados”.
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Y esa comprensión, subrayó Héroe XIV, debe iniciar “en presencia de todo, en el interior de nosotros”.
“Es triste observar como en un mundo donde se multiplican las ocasiones para socializar, corremos el aventura de estar paradójicamente más solos, siempre conectados y sin requisa incapaces de ‘establecer vínculos’, siempre inmersos en la multitud, pero restando viajeros desorientados y solitarios” indicó el papa.
El pontífice destacó, por extremo, que el Espíritu abre las fronteras igualmente entre los pueblos porque las diferencias, cuando el Soplo divino une nuestros corazones y nos hace ver en el otro el rostro de un hermano, no son ocasión de división y de conflicto.
Ayer de la eucaristía, Héroe XIV recorrió la plaza sobre su papamóvil, bendiciendo a decenas de niños que le acercaban sus colaboradores a su transporte descapotable y saludando entre gritos de “Héroe, Héroe”
La ceremonia congregó, de acuerdo con la Oficina de prensa del Vaticano, a unas 80.000 personas, muchas miembros de grupos y movimientos católicos de más de 100 países, entre ellos España, México, Brasil, Argentina, Perú y Colombia llegados para el Fiesta dedicado a ellos, que abarrotaron la plaza vaticana en un condición festivo, con banderas, cánticos y carteles.