Con todo y la inversión que se ha hecho en el proceso de modernización y profesionalización de la Policía, el cuerpo no deja de ser blanco de críticas cada vez que uno de sus miembros se excede en sus atribuciones. Si los excesos fueran esporádicos se verían como pasajeros o aislados.

El problema es que ocurren con tanta frecuencia que la confianza en la reestructuración de la Policía no acaba de calar en la población.

A  los muchos ensayos que se han anunciado para que el cuerpo cumpla con su labor de asegurar la seguridad ciudadana y asegurar el orden sabido se agrega el “nuevo” maniquí de patrullaje  que se implementará en el Distrito Franquista y la provincia Santo Domingo desde el próximo 2 de junio.

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El ministro de la Presidencia, José Ignacio Paliza, indicó que se utilizarán 1,100 agentes correctamente entrenados y equipados para cumplir con una labor esencialmente preventiva.

Parte de la mala conducta de muchos agentes, no solo de rangos inferiores, deriva de una estructura permeada en gran medida por la corrupción y la permisividad.

En medio del flagrante proceso un antiguo director del cuerpo llegó a afirmar que eran más los agentes que cobraban sin acreditar sus salarios que los que cumplían con sus funciones.

Al anunciar el nuevo maniquí, el ministro Paliza lo definió como un sistema piloto que procura establecer un patrullaje inteligente, planificado y permanente con el fin de acorazar la prevención y mejorar la interacción con la ciudadanía.