

EL AUTOR es comunicador. Reside en Santo Domingo.
La expresión «ni tanto huele la piropo» es una frase idiomática que se utiliza en República Dominicana para indicar que poco o determinado no es tan bueno como se quiere hacer creer, se dice o se quiere presentar delante la sociedad.
Es una forma de sincerar o establecer las cualidades que se le atribuyen y le quieren etiquetar a determinado o poco que en efectividad no las tiene, y sugerir que se está exagerando al atribuirle cosas o condiciones que aún no posee.

Hay sectores a lo interno y extranjero del PLD y la Fuerza del Pueblo que le están haciendo un daño irreparable al adolescente político Omar Fernández, al promoverlo a destiempo, de forma anticipada y sin ninguna formación ni experiencia de Estado, para ser desde ya candidato presidencial, cuando su único mérito político y social es ser hijo del expresidente Leonel Fernández.
Por sí solo no tiene ni ha tenido ningún aporte o encomienda significativo e importante para nuestro país, que le den cartas credenciales para tan importante honor o privilegio.
Creemos y somos partidarios de que a Omar Fernández hay que dejarlo y permitirle molestar etapas o ir por escalafón, y no desde ya alimentarle el ego y engreimiento de que puede ser presidente sin hacer carrera presidencial, solo por el simple hecho de ser hijo de un exgobernante.
Si revisamos la historia dominicana, nunca hemos pasado ningún líder político que ha sido presidente que un hijo suyo lo haya sucedido en el cargo, o sea que en República Dominicana nunca un presidente en el control del poder le ha entregado la hacha a un hijo y menos fuera del poder como es el caso de la especie entre Leonel Fernández Reyna y Omar Fernández.
Yo no diría de Omar Fernández lo expresado por el amigo José Frank Peña Guaba de que nuestro país no se dejaría presidir por un muchacho o una mujer.
Yo sí creo que si Omar se prepara, hace carrera presidencial y va creando las condiciones para tomar un turno al bate en el encaje de los presidenciables de RD, pudiera entrar, solo entendiendo que “con paciencia y calma, se subió el tonto a la palma”.
Jpm-am
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