
Por: Salvador Holguín
La expresión «ni tanto huele la piropo» es una frase idiomática que se utiliza en República Dominicana para indicar que poco o cualquiera no es tan bueno como se quiere hacer creer, se dice o se quiere presentar frente a la sociedad. Es una forma de sincerar o establecer las cualidades que se le atribuyen y le quieren dar por terminado a cualquiera o poco que en efectividad no las tiene, y sugerir que se está exagerando al atribuirle cosas o condiciones que aún no posee.
Hay sectores a lo interno y forastero del PLD y la Fuerza del Pueblo que le están haciendo un daño irreparable al zagal político Omar Fernández, al promoverlo a destiempo, de forma anticipada y sin ninguna formación ni experiencia de Estado, para ser desde ya candidato presidencial, cuando su único mérito político y social es ser hijo del expresidente Leonel Fernández, por sí solo no tiene ni ha tenido ningún aporte o encomienda significativo e importante para nuestro país, que le den cartas credenciales para tan importante honor o privilegio.
Creemos y somos partidarios de que a Omar Fernández hay que dejarlo y permitirle hartar etapas o ir por escalafón, y no desde ya alimentarle el ego y engreimiento de que puede ser presidente sin hacer carrera presidencial, solo por el simple hecho de ser hijo de un exgobernante.
Si revisamos la historia dominicana, nunca hemos conocido ningún líder político que ha sido presidente que un hijo suyo lo haya sucedido en el cargo, o sea que en República Dominicana nunca un presidente en el gimnasia del poder le ha entregado la guía a un hijo y menos fuera del poder como es el caso de la especie entre Leonel Fernández Reyna y Omar Fernández.
Yo no diría de Omar Fernández lo expresado por el amigo José Frank Peña Guaba de que nuestro país no se dejaría guiar por un muchacho o una mujer, yo sí creo que, si Omar se prepara, hace carrera presidencial y va creando las condiciones para tomar un turno al bate en el equipo de los presidenciables de RD, pudiera venir, solo entendiendo que “con paciencia y calma, se subió el inculto a la palma”.