
Mario Vargas Llosa, uno de los escritores más destacados de la letras en dialecto española y triunfador del Premio Nobel de Letras, falleció este 13 de abril de 2025 a los 89 abriles de etapa. Según un comunicado emitido por sus hijos, el autor murió rodeado de su comunidad y en un hábitat de paz. La comunicación marca el final de una vida dedicada a las trivio y deja un enviado poético que trascenderá generaciones.
De acuerdo con el mensaje firmado por Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa, el escritor disfrutó de una existencia “larga, múltiple y fructífera”. En el texto, los hijos del autor expresaron su pesar por la pérdida, pero igualmente señalaron que encuentran consuelo en la obra que su padre deja como herencia para sus lectores en todo el mundo.
En octubre de 2023 publicó su última novelística, Le dedico mi silencio, que se cerraba con un escueto colofón en el que anunciaba su adiós a la ficción.
Dos meses más tarde se despedía igualmente del columnismo periodístico, es opinar, de su Piedra de toque, la tribuna que desde 1990 publicaba quincenalmente en el medio EL PAÍS. Esos artículos eran la demostración de su inagotable curiosidad intelectual y de su afán por intervenir en todos los debates sociales y políticos de la contemporaneidad. En ellos, como en algunos de sus ensayos, aparecía ese Vargas Llosa progresista en lo casto, pero neoliberal en lo financiero que desconcertaba (y hasta irritaba) a los miles de admiradores de sus novelas.
Fue su compromiso político conservador el invocado durante abriles para explicar la tardanza en percibir un galardón para el que parecía predestinado: el Premio Nobel de Letras.
En 2010, calibrado cuando había desaparecido de las apuestas, la Corporación Sueca lo despertó de orto en Nueva York —era profesor invitado en Princeton— para anunciarle que por fin se le había concedido la medalla más codiciada de las trivio universales. ¿La razón? “Por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistor, la levantamiento y la derrota del individuo”. Tenía 74 abriles y acababa de mandar a la imprenta una novelística sobre el colonialismo salvaje asociado a la explotación del caucho: El sueño del celta.