
La inspección presidencial de ayer por la tendencia fronteriza llena de curvas y con uso mucho de armas en ristre, tropas en formación y ruidos marciales para convencer al país anticipadamente de que el término geográfico estaría mejor vigilado a partir de ahora, no incluyó, lógicamente para fines de visibilidad, alguna autos imprescindible para sellar la penetrabilidad no reprimida que ha generado una sobrepoblación irregular que viola el ordenamiento judicial y supera la capacidad institucional del país de asimilarla sin perjuicios para su sinceridad económica y social. Se justificaría que estuviera fuera de la panorama del popular de la multitud, pero con una plena contundencia que ha faltado, una activa entorchado de inteligencia a cargo de agentes insobornables y capaces de venir hasta las conexiones que parecen moverse 24 horas al días, en un tráfico de inmigrantes que luego salen de las sombras y matorrales para desplazarse grupal y solapadamente por carreteras cerca de el resto del país, creando asentamientos inmanejables. Resultado de una blandura de todo el tiempo, que para superarla necesitaría poco más que exhibiciones de poder de fuego y de capacidad persecutoria que en los hechos no han disminuido los ingresos y reincidencias de unos mismos tránsfugas de siempre.
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No ha sido impresa todavía a la ley la dureza que el Presidente dice admitir y prometer en el proceder de los mecanismos de Estado contra el impresionante crecimiento de la inmigración transgresora y de parada aventura para la soberanía, la estabilidad y la convivencia. Yerro castigar con severidad de encierros a los cabecillas de mafias y operantes en el trasiego de nómadas de toda especie, que tiende a incluir a vándalos armados. En este preciso momento, el ofensa de la situación interna de Haití escalera cerca de a una maduro amenaza para la República y es probable que ya sea demasiado tarde para las remediaciones ordinarias. Ninguna política de restricción al entrada de extranjeros a los empleos (solo para reducirlo racionalmente) ni de estímulo a la presencia de trabajadores dominicanos en áreas productivas auguran una progresiva y sólida dominicanización de los capital laborales.