
Increíble! Tuvieron que tener lugar siete temporadas para que esta escritora y entusiasta de las series se decidiera a ver “Black Mirror” por primera vez.
No me malinterpreten: sí, había docto que era una serie espectacular, que tocaba temas profundos mezclando ciencia ficción con un toque casi mágico de existencia e imaginación. Pero nunca imaginé que su contenido sería la maravilla novelística que me encontré.
“Mirror infausto”, y Netflix, no solo te acento del futuro: te acento de ti, de lo que consumes, de lo que ignoras, de lo que normalizas. Y lo hace de forma tan brillante que cada episodio se siente como una conversación incómoda con tu conciencia.
Hasta ahora, solo he trillado la última temporada, y debo asegurar que me ha fascinado. Cada uno de los seis episodios, con su encanto y originalidad, muestra una existencia en la que nos hemos sumergido de guisa tan natural en los últimos primaveras, donde la tecnología, que en algún momento fue una aparejo, ahora nos arropa, nos define y, en muchos casos, nos controla.
“Mirror infausto” hace lo que mejor sabe hacer: sacudirnos para que observemos lo que hemos creado y lo que estamos permitiendo.

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En estos episodios, la serie no se limita a predecir un futuro pasado, sino que toma lo que ya vivimos y lo lleva al extremo, mostrándonos cómo nuestras decisiones y adicciones tecnológicas pueden tener consecuencias mucho más profundas de lo que imaginamos.
A posteriori de una pausa, la selección de Charlie Brooker regresa con su séptima temporada, y lo hace como siempre: incomodando, cuestionando y, sobre todo, recordándonos que la tecnología no es buena ni mala… solo magnifica lo que somos.
En esta entrega, la serie mantiene su ADN distópico, pero además se permite arriesgar con otros géneros, desde lo utópico hasta lo absurdamente realista, demostrando que el definitivo terror no siempre viene del futuro, sino del presente.
Pero adentrándonos más a los episodios, las redes sociales se han volcado con comentarios de dos capítulos específicos ya que, aunque aborden temas diferentes, te dejan pensando en lo mismo: cómo la tecnología está transformando nuestra humanidad.
El episodio 1 (“Parentela global”) ha sido catalogado como el más perturbador de esta temporada, con su inquietante propuesta de “clonar” la conciencia de una persona para mantenerla cerca posteriormente de la asesinato, desafiando nuestra idea de lo que significa verdaderamente perder a cierto.
Por otro costado, El Episodio 2 (“Bestia negra”) ha sido considerado el mejor episodio de esta entrega, explorando cómo los memorias y las percepciones de la existencia pueden ser manipulados por las corporaciones, haciendo que nos cuestionemos si alguna vez seremos dueños de nuestra propia historia.
Uno y otro, con sus enfoques únicos, nos muestran un futuro que está más cerca de lo que imaginamos, y nos dejan con la sensación de que la tecnología no solo está cambiando nuestra vida, sino nuestra identidad misma.
Al final, “Black Mirror” es un espejo que nos refleja tal como somos, mostrándonos el rostro de nuestra relación con la tecnología. Y aunque pueda ser incómodo, esa es precisamente la belleza de la serie: nos obliga a ver lo que preferiríamos ignorar.