En relación a la meditación, debemos memorar que hay silencios que no vacían, sino que consagran. Heno estados del alma que no se explican, pero en los que todo se entiende.

Una cueva en medio del ruido. Una historia antigua cuenta que un hombre huyó del mundo buscando a Altísimo. Caminó por desiertos, montañas, selvas. Viajó hasta el Tíbetayunó durante semanas, repitió mantrasinvocó nombres sagrados… hasta que un día, exhausto, se encerró en una cueva y dijo en voz descenso:

–Altísimosi estás aquí… hazme sentirte.

Y entonces, por primera vez en primaveras, guardó silencio.

No como quien aplazamiento una respuesta. Sino como quien por fin deja de preguntar.

Ese día, dice la lema, no ocurrió falta espectacular.

Pero poco cambió para siempre: el hombre no volvió a sentirse solo.

El silencio había dejado de ser marcha. Se había vuelto presencia.

Lo espiritual que habita lo frecuente

Podríamos pensar que lo intocable está reservado para los místicos, monjes, templos. Pero la meditación -cuando nace desde una bonanza profunda– nos recuerda otra cosa: lo divino no siempre se manifiesta como fenómeno… a veces lo hace como atención.

Y atención fue precisamente lo que recomendó el discípulo Pablo cuando, desde la prisión, escribió una de las cartas más luminosas del Nuevo Testamento. En Filipenses 4: 8dejó una orientador de meditación espiritual que atraviesa los siglos:

«Por lo demás, hermanos, todo lo que es segurotodo lo honestotodo lo precisotodo lo Purotodo lo amabletodo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si hay poco digno de alabanzaen esto pensad. »

Este versículo no es solo un consejo íntegro. Es una invitación a dirigir nuestra conciencia -como en la meditación- con destino a aquello que edifica el alma. Pensar en lo bello, preciso, Purono es escapar de la sinceridadchina entrar en ella con otra luz. Una luz que modificar.

La ciencia del silencio: el trabajo de Fred Travis

El Dr. Fred Travisdirector del Centro de cerebro, conciencia y cognición en la Universidad Internacional de Maharishi (MIU) en Fairfield, Iowa, ha dedicado más de treinta primaveras a estudiar los mercancía de la meditación trascendental en el cerebro.

En una investigación esencia (Travis y Pearson, 2000), Travis demostró que durante estados profundos de meditación trascendental, el cerebro entra en un patrón de:

• Suscripción coherencia en las ondas cerebralesespecialmente en la corteza delanterolo que indica integración neuronal y una mente en calma pero alerta.
• Disminución de la actividad del sistema nervioso simpáticoreduciendo el estrésy aumento de la actividad parasimpáticafacilitando la laxitud profunda.
• Experiencia subjetiva de “pura conciencia”un estado donde no hay pensamientos ni emociones particulares, pero sí una sensación plena de pelotón Y serenidad.

Estos resultados científicos no solo válido el propósito reparador de la meditación, sino que además explican cómo esta praxis puede abrirnos a vivencias profundas de conexión espiritualesas mismas que muchas tradiciones describen como disputa con lo divino.

De la mente al ocultación: lo que la meditación permite

En la praxis meditativa silenciosacuando cesa el ruido de la menteemerge poco más profundo: una conciencia que no piensa, pero que El sabe; que no búsqueda, pero que encuentra.

Esa conciencia no tiene nombre, pero ha sido descrita con muchos: alma, espíritu, Luz, vano fértil, Altísimo.

La ciencia puede registrar los mercancía, pero no puede explicar del todo la experiencia. Y quizá ahí está su amplitud: la meditacióncuando se practica con devolución Y toleranciano solo transforma el cerebro… transforma el vínculo con el ocultación.

Meditación y oración: dos lenguajes para un mismo silencio

Desde tradiciones como el sufismo hasta el cristianismo contemplativoel zen o el hinduismola meditación ha sido entendida como una forma de pedir sin palabras.

No se prostitución de preguntarsino de ser. De desobstruir el corazón como se abre una ventana.

De invocar no con la voz, sino con la presencia.

El psicólogo y sacerdote Thomas Keating lo resumía así:

“La meditación no es una técnica para lograr a Altísimo. Es la forma en que Altísimo nos enseña a estar con Él. “

Filipenses 4: 8 no pide que escapemos del mundo, sino que habitemos lo mejor del mundo interiormente de nosotros. Que elijamos procurar la mente con lo que enciende el alma.

Meditar es, entonces, una forma de asegurar: “Señor, quiero pensar contigo. “

Lo que se revela en el centro del alma

En ese espacio íntimo donde ya no somos roles, logros, ideas ni expectativas, hay poco que restos.

Una quietud antigua. Una luz sin causa.

Y en esa luz, muchos han sentido -con lágrimas suaves Y sonrisa profunda– que no estaban solos. Qué nunca lo estuvieron.

Porque cuando el silencio es totaly la devolución es verdadera, intocable no se impone: se deja para percibir.

Como una caricia que no toca, pero tratamiento.

Como una voz que no suena, pero dice: “Aquí estoy.”