la emergencia de recuperar el pensamiento inductivo, crítico y creativo

la emergencia de recuperar el pensamiento inductivo, crítico y creativo

Hoy en día, hablamos mucho de competencias, esas destrezas que nos permiten demostrar conocimiento, habilidades y actitudes para contraponer cualquier actividad. Pero, ¿verdaderamente entendemos la profundidad que implica desarrollar competencias como el pensamiento inductivo, crítico y creativo? O, peor aún, ¿se han convertido simplemente en conceptos embotellados que repetimos sin aplicar?

Cuando una persona es capaz de identificar problemas, analizar argumentos con claridad, coherencia y precisión, y tomar decisiones racionales, está poniendo en praxis poco fundamental para la vida: el “Cogito ergo sum” de Descartes, ese “pienso, luego existo” que nos desafía a ser conscientes y responsables de nuestro propio pensamiento.

La comunicación no es solo seguir reglas gramaticales y ortográficas, aunque sean indispensables. Es mucho más que eso: es conectar el idioma con el pensamiento para evaluar la consistencia de lo que decimos o escribimos. Desde los grandes filósofos de la antigua Grecia —Platón, Aristóteles y Sócrates— sabemos que el pensamiento inductivo es imprescindible para cuestionar, analizar y construir conocimiento sólido.

Pero el pensamiento inductivo no hilván. El pensamiento crítico nos exige mirar más allá, relacionar ideas, evaluar con rigor y no conformarnos con respuestas superficiales. Y el pensamiento creativo nos invita a romper con la habitualidad, a imaginar, a innovar, a atreverse a pensar y ser diferente. La razón y la pasión deben caminar juntas para que podamos distinguir lo seguro de lo adulterado, y para que las soluciones que planteemos sean verdaderamente transformadoras (Facione, 2015; Sternberg, 2006).

Pensar creativamente es la esencia para innovar, para dar luz a lo que nadie ha conocido o pensado antaño. Es salir del molde, reflexionar con autonomía, construir juicios basados en argumentos propios y tomar decisiones firmes. En este sentido, el pensamiento crítico y creativo no solo coexisten, sino que se potencian mutuamente para encontrar soluciones concretas (Ennis, 1996).

En nuestra vida cotidiana y profesional, la comunicación se sostén en reglas que organizan nuestras ideas. Pero el seguro poder del idioma radica en ser el transporte del pensamiento, en articular la conciencia humana para expresar emociones, representar ideas y persuadir a otros. Sin una método perfectamente construida, la comunicación pierde fuerza y se vuelve vacía.

El pensamiento inductivo no solo nos ayuda a construir argumentos sólidos, igualmente es fundamental para influir y convencer. Cada razonamiento, conclusión o afirmación es un refleja de nuestra inteligencia praxis, ese “asimilar hacer” que necesitamos para desempeñarse con eficiencia (Lipman, 2003).

Por eso, desarrollar estas competencias no es opcional. Requiere interpretar y comprender profundamente, identificar información relevante y valorar los aspectos esenciales. Solo así se puede alcanzar un pensamiento crítico y creativo verdaderamente cómodo, una alfabetización que va más allá de adivinar y escribir, para comprender y variar.

Finalmente, no podemos olvidar que la creatividad no solo es cosa de artistas o músicos. Es indispensable en ciencias, matemáticas, tecnología y en cualquier campo donde se busquen soluciones diferentes a problemas conocidos. El pensamiento crítico y creativo nos permiten observar la sinceridad desde nuevos ángulos, nos capacitan para ofrecer respuestas innovadoras y efectivas.

Por otra parte, trabajar la creatividad en equipo fortalece nuestras habilidades emocionales y sociales, aumentando la confianza y la seguridad para comunicarnos con eficiencia. Este progreso integral es esencial para contraponer los retos del mundo coetáneo con éxito.

Por lo tanto, estas competencias no pueden ser conceptos vacíos o de moda. Son herramientas vitales para la vida, el enseñanza y la transformación social. Hagamos que pensar, pelar y crear sean prácticas cotidianas, y no solo palabras embotelladas.

Referencias

  • Ennis, RH (1996). Pensamiento crítico. Prentice Antesala.
  • Facione, PA (2015). Pensamiento crítico: qué es y por qué cuenta. Evaluación de información.
  • Lipman, M. (2003). Pensando en educación. Cambridge University Press.
  • Sternberg, RJ (2006). La naturaleza de la creatividad. Revista de investigación de creatividad, 18 (1), 87-98.

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