
La contabilidad, en sus inicios, surgió con la exigencia de registrar transacciones comerciales en civilizaciones antiguas como Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma. Ya en el Siglo XV (1494), con Fray Luca Pacioli, un erudito italiano, con su ejemplar «Summa de Arithmetica, Geometría, Proportioni et Proportionalita», donde se incluye un capítulo sobre contabilidad, es que se considera el primer estudio flamante sobre esta disciplina.
En términos llanos y con una hermenéutica sencilla, la contabilidad es como un ejemplar de registro de todas las entradas y panorama de hacienda de una empresa o entidad. Es el sistema que usa para enterarse cuánto hacienda se tiene, de dónde viene, y cómo se está gastando. En ese sentido, la contabilidad como disciplina es, en nuestro modo de ver, la actividad de la etapa de control interiormente de la empresa, la más importante. Toda empresa debe tener en conocimiento y contexto las principales razones financieras para poder ayudar la salubridad económica de su estructura.
Los ingresos (ventas, comisiones, etc.) y los egresos (compras, gastos, costos, etc.) son las principales razones financieras con las que las empresas deben muletear, lo que, sin una contabilidad mínimamente establecida, se augura el fracaso en un determinado momento.
En ese sentido, se debe tomar en cuenta que, si las empresas u organizaciones no se rigen por los controles que establece la contabilidad, no bastará con excelentes ventas o ingresos, siquiera importará lo que el dueño o administrador entienda como control de los egresos, ya que no habrá un método estudiado que sirva para calibrar y analizar que las medidas tomadas son las correctas y que serán sostenibles en el tiempo.
Se le recomienda a todo emprendedor, desde el más pequeño de los emprendimientos hasta el que tenga anciano robustez en inversiones, a no prescindir de un sistema cantable, aun siendo éste el más sencillo que pueda utilizar.
Si por razones de presupuesto o rentabilidad no se puede contratar a un perito contador de modo fija, hágase de los servicios eventuales de algún auditor de contabilidad que pueda ayudarle con asesorías eventuales y a poner en orden sus registros contables cada cierto tiempo que sea prudente para la salubridad financiera de su negocio. Se reitera, una empresa u estructura que no cuente con presencia en el dominio contable tiene pies de granito, por lo que está destinada al fracaso.
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