
El control del periodismo es una actividad que debe contribuir a que exista una sociedad aceptablemente informada y una opinión pública responsable y crítica, pero incluso puede estar atiborrado de tentaciones que muchas veces procuran condicionar el contenido de las telediario, su calidad, su supresión o su manipulación.
Así que el periodista debe atreverse qué camino transitar, el de cultivar un periodismo objetivo, honesto, crítico y combativo, o sucumbir delante las tentaciones, por tener amor y encandilarse delante las cosas materiales.
Entre las sugestiones que pueden tentar a este profesional, podemos mencionar el cobro regular o esporádico de efectivo entregado a periodistas, locutores, fotógrafos y camarógrafos por parte de las fuentes noticiosas que cubren, que constituye un palmario soborno y un descarado acto de corrupción.
Igualmente, están los sobres con dineros que se entregan en ruedas de prensa, inauguraciones de obras del Estado u otros eventos. Por igual, se encuentran los regalos, almuerzos, viajes pagados, agasajos, subvenciones, ayudas, obsequios de boletos para entrar a actividades culturales, artísticas, deportivas o de otras índoles.
Una de las más bajas es la persecución de funcionarios, alcaldes, legisladores, políticos, empresarios y militares, entre otros, de parte de periodistas, falsos comunicadores, o enganchados a comunicadores, para mendigarles efectivo o extorsionarlos, degradando a la profesión a la más disminución escalera de la humillación.
Otra conducta reprochable es la relación del periodista con su fuente, no para mejorar la calidad de las informaciones obtenidas, sino para conseguir tratos preferenciales y obtener beneficios.
Sobre estos casos, hay que tomar en cuenta que hasta simples regalos pudieran distanciar al comunicador de su responsabilidad de informar sin cortapisas, y afectar la credibilidad y objetividad de la información.
Sobre el particular podemos sostener que, por regla universal, para un periodista honesto, no es admisible aceptar tales cosas, porque de una modo u otra podrían constituir un soborno, condicionar la información y coartar su franqueza.
Este periodista debe cultivar la profesión con doble honor, ya que no hilván con predicarlo, sino incluso debe practicarlo, sin que se generen dudas ni cuestionamientos, aunque esto implica radicar con precariedades económicas, y a veces ser criticados por los insensatos.
Ahora aceptablemente, aun así, entiendo que, en determinadas circunstancias, si se pudieran aceptar algunas gratificaciones, como por ejemplo, cuando se obsequian objetos promocionales y de forma pública, almuerzos y transportes de modo colectiva. Por igual, se podrían aceptar regalos colectivos en épocas especiales como las navidades y el día del periodista.
Lo importante es en este caso, es que la intención del patrocinador no procure condicionar la intencionalidad del periodista y no se afecta su criterio, la relación con su medio, ni el producto que va a aceptar el receptor de la información.
En definitiva, el periodista honesto de ningún modo debe perseguir gratificaciones indebidas, por muchas micción que tenga, porque constituyen sobornos, afectan la calidad de la información, su decoro y conciencia, y constituyen una vergüenza para la profesión.
POS DATA: El autor es periodista y abogado de la República Dominicana, productor del software de televisión “Arbitrio de Expresión”, del informe digital “libertaddeexpresión.net” y de la cuenta en You tuve “liberta de Expresión RD”.