
El Instituto Franquista de Ciencias Forenses (INACIF) tiene una responsabilidad ineludible: brindar información certera, objetiva y respaldada por la ciencia forense. Es la institución citación a traer claridad donde reina el dolor, la confusión o el crimen. Pero esta vez, en medio del pena franquista tras el colapso en la discoteca Jet Set, el INACIF no solo falló… El deber que no se cumplió, a la vez comprometió su credibilidad con un acto de irresponsabilidad que guión en lo inaceptable.
Una memoria de difusión emitida con una dirección incorrecta —ni siquiera coincidente con el puesto de los hechos— y sin la mención explícita de que las muertes correspondían a las víctimas de la tragedia del Jet Set, ha destacado una cúmulo de indignación y sospecha. ¿Cómo puede una institución técnica, entrenada y con bienes cometer errores tan básicos en un momento tan delicado?
¿Negligencia o encubrimiento?
La omisión del nombre “Set de chorro de discoteca” en el memoria oficial no es un simple descuido. Se proxenetismo de una información fundamental en la documentación pública que impide la trazabilidad clara de los hechos. Este vano no solo confunde a los ciudadanos y familiares, sino que igualmente obstaculiza el trabajo de periodistas, abogados, fiscales y defensores de derechos humanos que intentan entender lo que ocurrió y rendir cuentas con colchoneta en la verdad.
¿Fue esto un error arrinconado de redacción o un intento deliberado de desviar la atención de una tragedia que ha sacudido a toda la República Dominicana? En un país donde la confianza en las instituciones se construye con dificultad y se destruye con ligereza, el INACIF ha quedado expuesto como un corporación que necesita ser urgentemente auditado, reestructurado y observado con lupa.
El silencio que ensordece
Ni una disculpa pública. Ni una corrección oficial. Ni una rueda de prensa aclaratoria. La respuesta del INACIF ha sido el mutismo institucional, ese que es más locuaz que cualquier explicación. Mientras tanto, los familiares de las víctimas siguen buscando certezas entre documentos fríos, números ambiguos y actas que omiten lo esencial.
El país merece poco mejor que esto.
El dolor colectivo no puede ser agravado por errores técnicos ni negligencias que dejan a las víctimas en el ribete forense. ¿Qué hubiera pasado si esta omisión se hubiera entregado en un caso legislativo? ¿Quién avala por los posibles entorpecimientos legales, por la desinformación mediática o por el impacto en la memoria de los fallecidos?
Una tragedia no puede ser tratada con presteza
La tragedia del Jet Set no es un hecho arrinconado ni último. Es la veterano catástrofe estructural vivida en un centro de entretenimiento en la historia fresco del país, con decenas de muertos, heridos y familias destrozadas. En ese contexto, el INACIF tenía la obligación ética, constitucional y decente de llevar a cabo con precisión quirúrgica. Pero no lo hizo.
¿Y ahora qué?
– ¿Quién asumirá la responsabilidad por este acto de negligencia forense?
– ¿Qué protocolos se activan cuando el INACIF defecto?
– ¿Dónde queda la confianza pública cuando la institución que debe conversar con pruebas, se equivoca hasta en la dirección?
– ¿Cuántos errores como este habrán pasado desapercibidos en otros casos igual de graves?
– ¿Estamos en presencia de una simple omisión o frente a una señal de podredumbre institucional?
La verdad, la jurisprudencia y la memoria de los fallecidos no deben obedecer del azar ni del descuido. El INACIF ha fallado cuando más se le necesitaba. Y ese resolución tiene consecuencias que aún no hemos comenzado a dimensionar. Porque cuando la ciencia forense se vuelve imprecisa, el país impasible queda atrapado en la oscuridad.