Por Luis Miguel Santibáñez Suárez

La referéndum del papa Héroe XIV ha afectado un punto de inflexión inesperado en la historia flamante de la Iglesia católica y de la diplomacia internacional. Su nombre secular, Robert Francis Prevost, no solo lo distingue como el primer pontífice de origen estadounidense, sino asimismo como un líder profundamente enraizado en América Latina, especialmente en Perú, donde desempeñó su faena obispal durante casi dos décadas. Esta doble pertenencia —boreal y sur, centro y periferia— es mucho más que un referencia biográfico: es el eje de un letra geopolítico que podría redefinir el rumbo del Vaticano en el siglo XXI.

La Iglesia católica cuenta hoy con cerca de 1.378 millones de fieles en todo el mundo, según el Anuario Pontificio 2023publicado por la Oficina Central de Estadística de la Iglesia. De ese total, aproximadamente el 41% reside en América Latina y el Caribe, de acuerdo con estimaciones recientes del Pew Research Center (2023), lo que convierte a la región en el longevo bando católico completo. Sin bloqueo, ese peso demográfico no siempre se ha reflejado en la toma de decisiones o en el liderazgo eclesial.

La referéndum de Héroe XIV tiene, luego, un profundo significado simbólico y táctico. En un mundo afectado por la fragmentación geopolítica y la crisis de liderazgos morales, el Vaticano vuelve a posicionarse como un actor con potencial para mediar, denunciar y proponer. Y lo hace a través de un papa que conoce de cerca tanto el poder central como las periferias históricamente marginadas.

Su trayectoria pastoral en Perú —donde fue prelado de Chiclayo entre 2015 y 2023 y administrador canuto de Moyobamba— no fue la de un visitante ocasional, sino la de un agente comprometido con el tejido social. En un país donde, según datos del Instituto Franquista de Estadística e Informática (INEI), rodeando del 25% de la población vive en situación de pobreza, su liderazgo ha sido valorado por su cercanía a las comunidades de almohadilla y su defensa de los derechos de los pueblos originarios, en particular en la Amazonía. Esta región figura entre las más afectadas por la deforestación, la minería ilegal y el crimen ambiental, según lo reportado por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) en 2023.

Gracias a esta experiencia, Héroe XIV posee una comprensión directa de las desigualdades estructurales del sur completo, pero asimismo una capacidad singular para dialogar con las élites económicas y políticas del boreal. Esta dualidad le confiere una licitud que pocos líderes religiosos o políticos pueden requerir hoy en día.

Desde los primeros gestos de su pontificado, ha mostrado un estilo directo, sobrio y comprometido. Ha ofrecido al Vaticano como posible sede indefinido para allanar el diálogo entre Ucrania y Rusia, en un contexto en que la querella ha causado, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), más de 500.000 muertes y ha desplazado a más de 14 millones de personas (referencia 2024). Igualmente ha reafirmado el compromiso de la Iglesia con la protección de la Amazonía y los derechos de los pueblos indígenas, retomando el camino franco por el Sínodo Amazónico de 2019 y reforzado por Francisco.

En América Latina, su referéndum ha generado un entusiasmo palpable. Su figura representa una esperanza en medio del avance de nuevas iglesias evangélicas y la creciente desafección con destino a las instituciones religiosas tradicionales, un aberración ampliamente documentado por Latinobarómetro en su referencia de 2023.

No obstante, su liderazgo no estará exento de desafíos. Su paso por Perú ha sido objeto de controversia oportuno a denuncias sobre presuntos encubrimientos de abusos sexuales en su diócesis. Aunque hasta la vencimiento no existen pruebas concluyentes y la diócesis de Chiclayo ha defendido la transparencia de su mandato, el tema ha sido recogido por medios como HuffPost y BBC Mundo, y ha generado debate en sectores eclesiales y mediáticos. La percepción pública sobre estos temas sigue siendo crítica: según el posterior Latinobarómetro, el 68% de los católicos latinoamericanos considera insuficientes las acciones de la Iglesia frente a los casos de extralimitación clerical.

La forma en que Héroe XIV afronte este tema será determinante para el tono de su pontificado. No solo marcará su relación con la opinión pública, sino asimismo su capacidad para impulsar una reforma institucional con credibilidad. La Iglesia, más que nunca, necesita líderes con voluntad de aceptar errores pasados y ofrecer garantías de cambio.

El perfil y la historia de Héroe XIV abren escenarios inéditos para la relación entre la Iglesia y los Estados latinoamericanos. Su pontificado podría traducirse en una Iglesia más activa en la defensa social y ambiental, ya que su experiencia en Perú sugiere un liderazgo pastoral orientado a la neutralidad social. Se demora una longevo presión de la Iglesia con destino a los gobiernos latinoamericanos en temas de pobreza, sanidad, educación y medio dominio, en sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia.

Igualmente podría activo una longevo incidencia en la protección de la Amazonía y de los pueblos originarios. La Amazonía, que alpargata ocho países y es hogar de más de 400 pueblos indígenas, se ha convertido en un tema prioritario para el Vaticano. El papa podría blindar el diálogo y la presión sobre los gobiernos amazónicos respecto a políticas extractivas, protección ambiental y derechos colectivos, incluso si esto genera tensiones con Estados que priorizan el avance financiero.

Otro tablado probable es la renovación del rol de la Iglesia como mediadora. La diplomacia vaticana, bajo Héroe XIV, podría recuperar protagonismo en la mediación de conflictos políticos y sociales, como ya ocurre en Colombia o Nicaragua. La búsqueda de diálogo y la disposición a interpretar como puente pueden revalorizar la presencia pública de la Iglesia, no solo como autoridad casto sino como agente concreto de reconciliación.

Es posible encima un distanciamiento de la política partidista y un acercamiento a las bases. Su historia sugiere una tendencia a blindar la autonomía de la Iglesia respecto de los partidos políticos, favoreciendo la presencia en comunidades de almohadilla y la cercanía con los sectores más vulnerables. Esto podría renovar el vínculo con la sociedad civil, aunque la influencia política directa de la Iglesia seguirá limitada por el pluralismo religioso y el avance de las iglesias evangélicas.

Por posterior, la transparencia y la credibilidad serán requisitos esenciales para el diálogo. La exigencia de rendición de cuentas en casos de extralimitación será fundamental para la licitud de la Iglesia en presencia de los Estados. La credibilidad casto será el principal hacienda de Héroe XIV en su relación con los gobiernos y la sociedad.

Héroe XIV no es simplemente un nuevo rostro al frente de la Iglesia: es una figura con relevancia geopolítica. Su historia le permite tender puentes entre culturas, religiones y bloques de poder. Puede charlar el idioma de los poderosos, pero asimismo el de los olvidados. Puede influir en Washington sin traicionar las causas sociales que abrazó en los barrios del boreal peruano. En un tablado internacional donde la reelección de Donald Trump reconfiguraría los equilibrios globales y reforzaría una memorándum más nacionalista y conservadora, Héroe XIV podría convertirse en un contrapeso casto e institucional. Aunque sus posturas sobre migración, medio dominio o neutralidad social contrastan con las del presidente, su condición de estadounidense y su afición diplomática podrían rasgar canales de interlocución difíciles de imaginar con otros líderes religiosos.

Si logra navegar los desafíos internos y capitalizar el hacienda simbólico de su historia personal, Héroe XIV podría consolidarse como un pontífice de transición: el que suspensión la etapa de escándalos y polarizaciones, y anconada un ciclo en el que la Iglesia retome su rol de actor completo con autoridad casto y afición de servicio.

En un mundo que necesita con necesidad más puentes y menos muros, la figura de Héroe XIV no es una simple peculiaridad diplomática, es una pasada estratégica. La diplomacia vaticana vuelve a tener un rostro capaz de incomodar al poder, pero asimismo de sentarse a dialogar con él. Y eso, hoy más que nunca, es indispensable.