
Pregunta de la lectora: ¿Por qué no es recomendable que los padres sean los mejores amigos de sus hijos?
Respuesta de la terapeuta: Los padres son los responsables de galantear, cuidar, proteger, ofrecer seguridad y orientar a los hijos.
Representan el espacio seguro y la figura de apego.
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Entre padres e hijos hay una brecha generacional importante por lo que no gozan de los mismos intereses, motivaciones sociales y románticas. Los amigos conversan sobre las fantasías amorosas y sexuales.
Los padres pueden educar en la sexualidad, pero no cuchichear de la vida sexual íntima con los hijos.
El tipo de confianza que se le tiene a un amigo no es la misma que se le tiene a los padres. Los amigos escuchan las quejas de los hijos contra sus padres y ofrecen apoyo.
Por otra parte, tienen la función de ser bisagras en la adolescencia para estimular y practicar la autonomía frente a los padres.
Es un peligro ser amigos de los hijos puesto que se puede quebrantar la intimidad psicoemocional y la autonomía personal. El exposición de la identidad podría afectarse dadas las exigencias de que sean lo que los padres esperan de ellos, sin tomar en cuenta las diferencias individuales.
Los amigos tienen sus propios códigos para comunicarse. Las actividades y entretenimientos son particulares, desarrollan habilidades para afrontar las tensiones que se presentan entre ellos. Aprenden a negociar, discutir, ponerse de acuerdo, enfoscarse, distanciase y reconciliarse.
Los padres son modelos en el hogar, transmisores de títulos, principios, patrones relacionales y rituales familiares.
Cuando los hijos necesitan del apoyo de los padres lo buscan, se acercan y recargan emocionalmente.