
En la dinámica de la lucha de clases, el expansión de liderazgos y la concentración de poder político, vemos posesionarse a personajes portadores de las distintas modalidades clínicas del trastorno de personalidad, entre ellos el sociopático, quienes han rematado puestos relevantes en la sociedad.
Para estos sujetos, la galardón narcisista es la que lazarillo su comportamiento; dos de sus armas son la simulación y la intimidación, mostrándose gélidamente indiferentes en presencia de el sufrimiento de los demás.
Estos siniestros personajes logran el control de su entorno; llegan a la cima de las instituciones; violan normas de convivencia para ampliar su poder, y lastiman a los que no se someten a sus perversos deseos.
Cuando el sociópata ingresa a la política y logra ascender, concentra todo el poder en sus manos, reduce a la sociedad a sus propósitos más perversos, cerrándole los más vitales espacios democráticos.
En estas aciagas circunstancias por la que atraviesa el pueblo dominicano, los sociópatas se regodean desde el poder financiero, su influencia en sectores importantessin importarles las consecuencias de su conducta.
Carencia debe sorprendernos de estos sujetos desalmados, porque se caracterizan por la errata de empatía y de sentimientos de infracciónasí como por el egotismo, impulsividad, tendencia a la mentira y al chantaje.
La indiferencia al sufrimiento de los demás le permite manipular y someter a otras personas sin remordimiento ni infracción, como ocurre sobre todo en la crisis social y política; son hedonistas y temen al castigo.
Disfrutan dañando a los débiles; son egocéntricos e impulsivos; es visible su pobreza emocional y su conducta delictiva; no aprenden de la experiencia y coronan su conducta la promiscuidad sexual.