EL AUTOR es abogado y profesor universitario. Reside en Santo Domingo.

Aunque ni remotamente nuestro derecho es pariente o amigo del derecho chino, no obstante es preciso conocer un poco este arquetipo de derecho, el cual es muy singular. Este derecho parece estar más cerca de su punto de partida que el de ningún otro país civilizado.

Las costumbres de la inmensa China donde vive más o menos un botellín de la humanidad no parecen sin incautación, para la mayoría, suceder podido salir del ámbito de los preceptos morales para entrar en el derecho positivo tal cual lo conviven los Europeos.

Posteriormente de los sacudimientos temporales de las invasiones mongólicas que la china ha experimentado en diversas ocasiones en el curso de su historia, la vieja china se retrasa cada vez más en su inmovilidad.

Según Escarra quien estudió sobre el empleo el derecho chino, las tentativas de los legistas en el siglo III ayer de Cristo para establecer un definitivo sistema legislador fracasaron delante las concepciones puramente morales de los partidarios de Confucio, que prefería las reglas de conducta de los antiguos soberanos.

Código, leyes severas fueron dictados en todos los reinos que constituían entonces la China. Ellos fueron, a este propósito, grados sobre calderas de bronce, lo que era, en la época la forma de promulgación de los chinos; pero su aparición suscitó las protestas vehementes de los discípulos de Confucio.

Quienes se remontan lo más antes posible en la historia de la pasado china, encuentran en ella la venganza privada, no sólo ejercida en virtud de un derecho del ofendido, sino todavía impuesta por una obligación de conciencia a toda su grupo, y la pena misma, en forma de represalia.

Si no se podía infligir al culpable un mal similar al que se había cometido, bastaba una conexión de un tipo completamente diferente: «huir; por lo tanto, las piernas del carero fueron cortadas”. Los santos establecieron los cinco castigos, según Confucio, pero gobernaron tan correctamente que no tuvieron que aplicarlos.

En propósito, los delitos que comete el pueblo, los robos, como los otros, tienen su causa en la desidia de leyes reguladoras. A desidia de tales leyes, los pequeños son holgazanes y negligentes, los grandes pródigos y derrochadores. Tales leyes son necesarias, los pequeños son perezosos y negligentes, los grandes pródigos y derrochadores. Debemos enseñar a la gentío dónde debe detenerse; cuando se entere, no cometerá más crímenes.

El gobierno de los santos no dura lo suficiente; los crímenes se multiplican, pero la represión fue atroz; ella se extendió a aquellos que no la merecían: «El benemérito Preceptor tuvo piedad de tantos inocentes condenados injustamente; «estableció una honradez mejor, y se mantuvo exactamente, en los castigos, el término medio».

Este benemérito Preceptor fue uno de los dos emperadores, Yao o Chun, que vivieron más de dos mil primaveras ayer de Nazareno. Es al emperador Chun que se atribuye el honor de suceder fijado en un espíritu de equidad las reglas de las cinco penas. En el sistema de las cinco penas, la influencia del talión fue sensible.

Las heridas y los robos eran castigados por la amputación de los pies, o de los dos, o de uno o de otro solamente, según la importancia del caso; el fraude y la falsificación llevaron a la amputación de la napias.

Chun admitió que, en algunos casos, las cinco sentencias podrían ser reemplazadas por el destierro; quería que las faltas ordinarias fueran castigadas con el disciplina en los tribunales, con cañas de bambú en los colegios; finalmente, permitió la recompra de ciertas fallas por parte del metal.

Según el emperador Mouvant o mo-wan, que vivió poco más de mil primaveras ayer de Nazareno, he aquí cuál había sido la reforma de su antecesor o al menos cómo se aplicó en su tiempo:

«Posteriormente de que las dos partes hayan producidos sus autos, los jueces escuchan de ambas partes lo que se dice, y si luego del interrogatorio no hay duda, se usan los cinco suplicios; pero, si hay alguna duda sobre el uso de estos suplicios, será necesario apelar a las cinco clases de redención, entonces se juzga según el caso de las cinco clases de faltas o involuntarias, o casi inevitables.”

La represión organizada por Chun no fue indefinidamente eficaz. Quei-Tse, hermano veterano del emperador Ti-Sin, en el  en el siglo XIII o XII a.c, dijo: “Todos los pueblos de esta dinastía, grandes y pequeños, son entregados al vicio, son ladrones…-Hoy, el pueblo, incluso, roba los animales destinados a los espíritus de las ceremonias; hay jueces que los reciben y los comen, y no son castigados».

JPM