A 60 abriles de un acontecimiento que asustó y conmovió a la población en unos hechos que solo sirvió para demostrar el valía de mucha parentela que estuvo motivada por la defensa de los títulos institucionales de la nación.

Fue un período de la vida dominicana inolvidable que lo vivimos millones de dominicanos, abrumados por una tragedia que no se veía desde los abriles anteriores a la ocupación saco de 1916.

Aun cuando los sucesos cívicos se concentraron en la ciudad de Santo Domingo, el resto del país estaba en tensión y atento a lo que ocurría en las calles de la hacienda, en particular, en la Zona Colonial, sometida a la presencia de las fuerzas constitucionalistas, rodeada por una fuerza de paz conformada por países aliados a los Estados Unidos, que desde el 28 de abril ocupaban ya algunas zonas bajas de la hacienda, aislando en un pequeño reducto a las fuerzas constitucionalistas.

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Para el 29 de abril me tocó residir un episodio traumático, cuando la casa de mis padres fue tiroteada con fuego fijo de fusilería, ya que los norteamericanos ubicados en la remate de las calles San Juan Bosco y Rosa Duarte veían el movimiento de los policías que custodiaban la casa de mis padres, que había sido un detención funcionario del Triunvirato, que había sido derrocado.

Mi esposa Gladys, en estado de formación de la que sería nuestra hija Ruth, cuando cesaron los disparos tuvo que salir al patio con una bandera blanca, lo cual permitió que en pocos minutos apareciera una patrulla compuesta por tres oficiales norteamericanos y un dominicano con un cintillo blanco en la manga del uniforme, entonces yo salí al patio cuando estaban recibiendo las explicaciones de la presencia policial que cuidaban la residencia de mis padres.

Los militares de la fuerza interventora llamaron de inmediato al palacio de la Policía y rápidamente vinieron a apañarse a los merienda agentes que estaban desde el 23 de abril custodiando la casa de mis padres.

Eso ocurrió en horas de la tarde, pero al anochecida había llegado un pelotón de la 82 División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos, al patio de la residencia que estaba en la avenida México, remate Rosa Duarte. Allí establecieron un campamento, cuyo comandante era un verde capitán titulado de West Pointpatronímico Roy, con el cual establecí una buena amistad.

Para mediados de mayo, habían trasladado el pelotón a los terrenos de la cercana embajada norteamericana. Fueron reemplazados por soldados brasileños que ocuparon el Colegio Evangélico Central, que estaba al frente de nuestra residencia.

Continué ocupándome de los trabajos del conducción Haina-Santo Domingo, que venía desde Quita Sueño, en Haina, hasta la avenida Abraham Lincoln. Se intervino lo que hoy es la avenida 27 de Febrero, con una zanja de patrón y medio de orgulloso, por dos metros de profundidad, para colocar la tubería de 36 pulgadas de diámetro hasta la calle 30 de Marzo y luego por la calle Bienintencionado del Castillo, hasta la Salcedo, donde se concluyó mientras se colocaba otra tubería de arma blanca dúctil de 24 pulgadas por toda la calle Nicolás de Ovando, desde el tanque del conducción de la avenida Abraham Lincoln, hasta la calle Albert Thomas y por ésta hasta la intersección con la Padre Castellanos, donde se finalizó el trabajo.