Dicho régimen es aquel que cuenta con un sistema electoral vivo pero disfuncional adecuado a los abusos que los gobernantes han implementado sobre las instituciones democráticas y que, según ciertos prospección, es el que rige en países como Rusia, Turquía o Venezuela.

En marzo, cuando llevaba 60 días en el poder, Trump ya había roto el récord de 99 órdenes ejecutivas firmadas en los primeros 100 días que ostentaba Franklin Delano Roosevelt (1933-1945).

Las 130 que ha activado hasta ahora han pulverizado esa marca y puesto particular pedantería en dos áreas a cada una de las cuales el gobernador estadounidense ha destinado casi una veintena de decretos.

La primera es la exterminio y reducción de diferentes agencias y aparatos del Estado, principalmente a través del polémico Unidad de Eficiencia Gubernativo (DOGE) dirigido por Elon Musk, y la segunda la recomposición radical de la política comercial mediante la aplicación de aranceles a discreción.

A modo de alegato se han ostensible emergencias nacionales. Esto es poco «ya de por sí escandaloso si se tiene en cuenta que estas emergencias solo se suelen fallar, por ejemplo, en caso de refriega», explica Steven Greeneprofesor de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Carolina del Ideal (NCSU).

Y no solo eso; argumentando que la manada criminal transnacional Tren de Aragua está invadiendo EE.UU., invocó la ley de Enemigos Extranjeros, norma de 1798 empleada por última vez durante la II Combate Mundial, para ejecutar deportaciones sumarias de venezolanos -aparentemente acusados sin fundamento de ser pandilleros- que han destruido en una prisión de máxima seguridad salvadoreña.

JUECES BLOQUEAN ORDENES EJECUTIVAS

Jueces federales han rematado cortar de momento órdenes ejecutivas relativas al derecho de suelo, al veto a las personas trans en el Ejército o a la congelación de la ayuda foráneo, y otros tribunales dirimen si hacerlo con las que afectan, por ejemplo, a la suspensión del derecho de orfelinato o la propia creación del DOGE.

Lás mayorías republicanas en el Congreso -otra estancia esencia en el sistema de controles y equilibrios, dada su capacidad para aprobar leyes que suplanten órdenes ejecutivas o para cortar las partidas presupuestarias que permitan su implementación- «no han mostrado voluntad de desafiar los designios de Trump, ni parece que lo vayan a hacer a corto plazo», dice por su parte John Carey, profesor de Oficina y Ciencias Sociales en Dartmouth.

Greene va más allá al apuntalar que «los congresistas republicanos han demostrado que su franqueza a Trump es veterano que su franqueza a sus electores o a cualquier otra cosa, incluyendo la propia Constitución».

EROSION DE LA CONFIANZA

En la inventario de acciones futuro en estos primeros 100 días, que se cumplen el próximo 29 de abril, hay que incluir los polémicos perdones otorgados a quienes participaron en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

Esto es un peligroso precedente a la hora de legalizar la violencia cuando ésta beneficia los objetivos de quienes están en el poder.

Medidas como esta han contribuido a despellejar la confianza de muchos ciudadanos con respecto al estado de sanidad de su democracia.

Es lo que muestra el final estudio de Cronómetro de trayecto brillanteuna plataforma interacadémica que codirige el propio Carey y que desde 2017 evalúa periódicamente el «desempeño» de la democracia estadounidense.

En ese prospección, realizado en febrero pasado, cuando Trump llevaba pocas semanas en el poder, la tasa de confianza entre el conocido y los expertos cayó a su nivel histórico más bajo, 53 y 55 sobre 100, respectivamente, y se prevé que el próximo tienta, en mayo, muestre cotas aún más bajas.

Por su parte, Greene remite a lo dicho en días recientes por Steven Levitskycélebre profesor de Harvard coautor de «Cómo mueren las democracias», quien ha afirmado que Trump ya ha socavado la democracia rumboso estadounidense, aunque de momento el proceso sea reversible.

«Pero aunque soy ilusionado en la posibilidad de dar marcha antes a lo implementado», apunta Greene, «no junto a duda de que estamos encaminados a un autoritarismo competitivo».

ueces federales han rematado cortar de momento órdenes ejecutivas relativas al derecho de suelo, al veto a las personas trans en el Ejército o a la congelación de la ayuda foráneo, y otros tribunales dirimen si hacerlo con las que afectan, por ejemplo, a la suspensión del derecho de orfelinato o la propia creación del DOGE.

Lás mayorías republicanas en el Congreso -otra estancia esencia en el sistema de controles y equilibrios, dada su capacidad para aprobar leyes que suplanten órdenes ejecutivas o para cortar las partidas presupuestarias que permitan su implementación- «no han mostrado voluntad de desafiar los designios de Trump, ni parece que lo vayan a hacer a corto plazo», dice por su parte John Carey, profesor de Oficina y Ciencias Sociales en Dartmouth.