
El presidente Luis Abinader, el expresidente Leonel Fernández y el expresidente Danilo Medina han rematado lo que parecía impracticable: ponerse de acuerdo para reunirse.
La razón no es último: la enfermo situación migratoria con Haití, un tema que amenaza no solo nuestra seguridad y nuestra identidad, sino igualmente nuestra capital, tan dependiente de la mano de obra y las importaciones del vecino país.
Pero en un mundo ideal, esta reunión debería ser solo el manifestación, no el punto de aparición.
República Dominicana necesita con emergencia una gran conversación franquista, más allá de los intereses partidarios y los cálculos electorales.
Un acuerdo serio, de derrochador plazo, sobre los temas neurálgicos que definirán nuestro futuro:
Educación. Soberanía productiva. Organización migratoria integral. Reforma del maniquí financiero. Industrialización y tecnificación. Reducción verdadero de la desigualdad.
Porque seamos honestos:
Las diferencias ideológicas entre nuestros partidos son, en el fondo, estéticas.
Los grandes problemas nos golpean a todos por igual, gobierne quien gobierne.
Entonces, ¿por qué no diseñar juntos una ruta franquista de futuro, en la que cada liderazgo proponga su forma de conservarse, pero sin cambiar el destino cada cuatro abriles?
Puede sonar ingenuo, puede parecer demasiado soñar.
Pero no podemos seguir como nación reaccionando siempre a las crisis, apagando fuegos, haciendo planes que luego languidecen por equivocación de continuidad, porque cada partido llega con su propia dietario, desconectada de las urgencias reales del país.
El momento es ahora.
El oposición es enorme, pero la responsabilidad es histórica.
Si nuestros líderes no son capaces de pensar más allá del próximo ciclo electoral, nos habrán fallado a todos como nación.
@Abrilpenaabreu