
La amanecida del 8 de abril del 2025 marcó una tragedia sin precedentes para la República Dominicana y el mundo: el colapso del edificio de la discoteca el Jet Set, una estructura icónica de Santo Domingo, dejando un saldo devastador de 231 personas fallecidas, entre ellos ciudadanos de distintas nacionalidades.
El país impávido ha llorado, y más allá de las lágrimas, es obligatorio hacerse preguntas que tocan desde lo estructural hasta lo espiritual.
Jet Set, popular por ser un templo del entretenimiento noctámbulo, celebraba cada lunes una fiesta que reunía a figuras del espectáculo, la música y la cómicos.
La confusión mencionado al colapso no fue diferente, excepto que sería la última. El desastre no sólo dejó una cicatriz profunda en el corazón de los dominicanos, sino que igualmente encendió todas las alarmas sobre cómo gestionamos nuestras edificaciones, la seguridad estructural y nuestras prioridades como sociedad.
Un edificio de más de 50 abriles, con circunstancias de un incendio en el 2023, soportando cargas adicionales como compresores, generadores y equipos de sonido pesados, sin una intervención seria ni auditorías técnicas suficientes… ¿Era sólo cuestión de tiempo? La ingeniería y la ciencia están diseñadas para ser auditables, y es deber de las autoridades ingenieros, peritos y Servicio Conocido dar respuestas claras y contundentes.
La sociedad merece enterarse: ¿fue negligencia, deserción, desliz de supervisión o todo contiguo? Y lo más importante: ¿habrá consecuencias legales para los responsables?
Pero en medio de tanta búsqueda de explicaciones humanas y técnicas, hay quienes miran en torno a lo stop en indagación de sentido. El dolor abre una puerta a la introspección espiritual. Muchos se preguntan: ¿Dónde estuvo Todopoderoso en medio de esta tragedia? Pero quizás la pregunta debería ser otra: ¿Dónde ha estado el ser humano respecto a Todopoderoso?
La fe cristiana enseña que Todopoderoso nos otorga exento antojo. Él no interfiere en nuestras decisiones, pero sí advierte. Desde el Principio hasta los Evangelios, la Nuevo Testamento propone un diseño divino para la humanidad, muchas veces ignorado o incluso ridiculizado por la modernidad. En Principio 2:24 se deje de la unión entre hombre y mujer como saco del diseño divino para la vida; en Principio 19, la destrucción de Sodoma y Gomorra aparece como una consecuencia de una sociedad que decidió poblar al ganancia de ese diseño. En Números 16, la alzamiento de Coré muestra las consecuencias de la arrogancia humana frente a Todopoderoso.
No se comercio de culpar a Todopoderoso, sino de responsabilizarse que el rumbo que toma una sociedad tiene consecuencias. Cuando lo material, lo superficial y el entretenimiento se vuelven lo central a costa de títulos, seguridad y responsabilidad es obligatorio que lleguen las advertencias. Algunas veces son suaves; otras, terribles.
¿Es este pensamiento radical? Puede ser. Pero igualmente es una invitación a mirar más allá del desastre físico. No se comercio sólo del colapso de una estructura de concreto, sino del colapso de una estructura espiritual que necesita urgentemente reconstrucción.
El país necesita equidad, sí. Pero igualmente necesita advertencia. Porque, a veces, Todopoderoso flama por aprecio… y cuando no se audición, flama por dolor.