

EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.
Cuando me preguntan quiénes han sido los mejores periodistas del país, respondo que sólo puedo dialogar de mi experiencia personal y de aquellos con los que trabajé en diarios y otros medios de comunicación, parcialmente o a tiempo completo.

En mi personal clasificación rememoración perfectamente a cuatro colosos: Germán E. Ornes, Rafael Herrera, Rafael Molina Morillo y Francisco Comarazamy.
Ornes era la encarnado del periodismo tradicional, en el que la información objetiva era la esencia del oficio. Entendía que nadie contaminaba más una comunicado y, por ende, el derecho del divulgado a estar adecuadamente informado, que cuando un redactor filtraba sus prejuicios en sus notas.
Los discípulos de Ornes aprendieron a guiarse por esa norma básica, lo que hizo de El Caribe un referente del buen periodismo informativo. Ornes cuidaba cada cosa que publicaba y sus editoriales, aunque fríos casi siempre, eran textos perfectamente acabados e impecablemente escritos.
Contrario a lo que se creía de él, era un obcecado respetuoso de la sinceridad de opinión y abría las páginas del diario al talento y al buen asegurar, sin importar tendencia o ideologías.
Herrera, en cambio, era un celoso incorregible de su espacio, que no permitía sombras a su rodeando. Sus editoriales eran leída obligada, por un estilo muy peculiar que sobresalía más por la forma que por el contenido.
Comarazamy, que estuvo siempre a la sombra de los dos, fue siempre, sin secuestro, el más completo de los tres, y aunque carecía de los circunstancias académicos de Ornes y del asombroso vehemencia de los editoriales de Herrera, tenía mejor formación intelectual y mucho longevo capacidad de trabajo, atributos que brillaban y pudieron hallarse en sus enjundiosos artículos hasta el final de su vida, a los 104 abriles.

No trabajé con Molina, pero le traté intensamente. Su delegado de décadas de buen periodismo se compara con el de los otros tres.
JPM
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