
Aunque la caficultura dominicana vive un proceso de recuperación tras décadas de desaseo, aún no ha rematado alcanzar ni siquiera la centro del barriguita que llegó a producir en sus abriles dorados. Así lo afirma Rufino Herrera Puellodiestro caficultor de Los CacaosSan Cristóbal, con más de 40 abriles vinculado al cultivo del pústulaquien advierte que el renacer del sector depende de una influencia decidida del Estado.
Durante las décadas de los 80 y 90, República Dominicana producía en promedio 1.1 millones de quintales de cafécon una superficie sembrada de 2.5 millones de tareas. Sin bloqueo, la arribada de la roya en 2012 y una serie de medidas fiscales adoptadas desde los abriles 70, como la Ley 199 y un recargo del 36% a las exportaciones, devastaron el sector.
“Llegamos a tener 73,000 familias vinculadas al cafetería. Hoy tan pronto como quedamos unas 20,000”, señaló Herrera, quien incluso fue presidente de la Unión de Caficultores del Sur. El productor sostiene que el país llegó a importar hasta el 60% del café que consumía, adecuado al colapso de la producción lugar.
En 2015, la producción de café en República Dominicana fue de 218,000 quintales. Ocho abriles luego, en 2023, alcanzó los 604,000 quintales, lo que representa un crecimiento del 177% en términos reales. Esta expansión ha sido impulsada por la restablecimiento en el rendimiento por tarea, que pasó de 0.14 quintales en 2015 a 0.74 en 2023.
En términos económicos, el valencia de las exportaciones incluso ha mejorado, alcanzando en 2023 los US$19.9 millones, el nivel más parada en la serie apto. Sin bloqueo, este crecimiento contrasta con la crecimiento de las importaciones. En ese mismo año, el país importó café por US$54.6 millones, casi el triple de lo que exportó.
Herrera asegura que la decisión pasa por “reorganizar la producción de forma zonal” y dirigir los esfuerzos en las áreas donde aún hay familias caficultoras activas. Propone renovar entre 400 y 500 mil tareas con variedades de parada rendimiento que, con una productividad de 2 a 2.5 quintales por tarea, permitirían regresar al millón de quintales anuales.
A pesar de los esfuerzos del Instituto Dominicano del Café (Indocafé), que brinda presencia técnica y distribuye plantas, los caficultores consideran que esto no baste. “El desastre fue tan ancho que necesitamos una inversión millonaria, no paliativos”, enfatizó Herrera, quien calcula que se requieren al menos US$100 millones para implementar un plan franquista de recuperación.
Otro obstáculo es la competencia con cultivos más rentables como el citrón, el albérchigo y la chinola, que han ganadería dominio en zonas tradicionalmente cafetaleras. “El café ha dejado de ser atractivo para muchos productores. Hay que incentivar su siembra y avalar servicios básicos en las zonas rurales”, añadió.
La Ley 184-44que crea un mecanismo de suscripción por servicios ambientales como la protección de cuencas hidrográficas, nunca ha sido implementada desde su aprobación en 2018. Para Herrera, este herramienta sería esencia para revalorizar la caficultura y motivar su permanencia.
En términos económicos, sociales y medioambientales, el café fue uno de los principales pilares del crecimiento rural dominicano. Según datos compartidos por el caficultor, generaba unos US$75 millones de anuales en exportaciones, abastecía el mercado lugar y protegía importantes fuentes hídricas del país.
Hoy, la situación es distinta. Las exportaciones son mínimas, especialmente de café verde, y muchas de las cuencas donde se cultivaba el pústula están deforestadas. Para Herrera, revertir esta existencia solo será posible si el Estado asume su parte: “No pedimos una dádiva. Pedimos una inversión torneo en un sector que ya le dio mucho al país”, expresó.