EL AUTOR es periodista, director de ALMOMENTO.NET. Reside en Santo Domingo.

Hace varias décadas en distintas ciudades de la República Dominicana eran efectuadas al amanecer las tradicionales “alboradas”, con música interpretada al donaire franco para festejar determinados acontecimientos o rendir tributo a alguno, en su mayoría a cumpleañeros.

Contrario a las serenatas que son ofrecidas a altas horas de la tinieblas con canciones románticas y nostálgicas, estas últimas se ofrecían al amanecer con música alegre y tradicional.

En San Cristóbal, mi ciudad originario, tenían empleo ininterrumpidamente en las fechas patrias (cada 26 de enero Día del Cumpleaños del patricio Juan Pablo Duarte, 27 de febrero Día de la Independencia, a finales de julio con motivo de las Fiestas Patronales, 16 de agosto Día de la Restauración de la República y   6 de noviembre Día de la Firma de la Primera Constitución dominicana, acontecimiento que se produjo en esta ciudad en el 1844.

OTRA FECHA CON “MAS SIGNIFICACIÓN”

Aunque ahora es ridículo decirlo, lo cierto es que para algunos  sancristobalenses o sancristoberos había otra época que, a su entender,  tenía significación y merecía igualmente alborada y fiesta  “patriótica”: 24 de octubre,  día del nacimiento de Trujillo.

Rafael Leónidas Trujillo Molina nació en San Cristóbal el 24 de octubre de 1891. Para perfectamente o mal, oportuno a que ocupó el poder 31 primaveras (desde 1930 hasta el 1961), fue uno de los personajes de maduro trascendencia de la historia contemporánea dominicana. Visitaba hasta tres veces por semana esta ciudad, donde con frecuencia interactuaba con gentes del pueblo, fundamentalmente con las que eran amigas suyas desde los tiempos de su adolescencia.

Para nadie es secreto que caerle en merced a ”El Director” era más que “una profesión honorable”.  Es por ello que muchos se pasaron de simpáticos e incorporaron esta última época entre las más importantes del calendario patriótico franquista.  Por lo tanto, igualmente incluyeron las alboradas en la misma.

¿CÓMO SE HACÍA?

Para hacer una alborada la Facción Municipal de Música salía antaño de salir el sol del parque Central, subía toda la avenida Constitución y doblaba por la calle Restauración (hoy Manuel María Seijas) y se devolvía por la calle Padre Ayala a su punto de partida.

Una de las cosas que yo siempre agradecí a Altísimo y por la cual  me sentí solazado, es que, por una adecuado coincidencia de la vida, mi casa estaba ubicada en el tramo de la calle Restauración que la Facción utilizaba para retornar.   Confieso que una de las más agradables experiencias de mi principio era despertarme extrañado por la música, que en principio se escuchaba como un murmullo y a medida que sus intérpretes se acercaban, iba agigantándose.

“ARROYITO CRISTALINO”

Contrario a lo que ocurría en los desfiles cuando las bandas interpretaban una marcha épica, durante las alboradas ésta venía interpretando un alegre merengue que casi siempre era el mismo y cuyas humanidades,  no sólo aprendí de memoria siendo un peque, sino igualmente al cual considero uno de los más hermosos del parnaso musical dominicano:  se negociación nulo más y nulo menos que el que todo el mundo denomina “Arroyito Cristalino”, el cual como una de las ironías de la vida no se flama así, pues su real nombre es “Mensaje”.

Su autor fue el cantante dominicano Arcadio Franco, más conocido por el sobrenombre de Pipí, quien nació el 12 de enero de 1912 en Santiago de los Caballeros y cuya voz magnífico lo llevó a cantar en la Orquestina Generalísimo Trujillo, que dirigía Luis Alberti (hoy Orquestina Santa Cecilia).  Otra composición suya es el  merengue “Adiós Negrita”conocida popularmente como Virgencita del Consuelo.

El obra Fichero Exquisito Dominicano, de Jesús Torres Tejada, dice que Pipí compuso esta canción inspirado en una mancebo mocana de nombre Guillermina a la que pretendía, y cuyos padres, al tener conocimiento de la relación amorosa entre uno y otro, la enviaron a Puerto Plata a fin de que la distancia tronchara el idilio.

Agrega que el mancebo cantante con la amargura de la separación y  triste, en las tardes se iba al campo a reflexionar sus penas a orillas de un manso arroyuelo, que era callado confidente de sus citas amorosas.  Luego de varias semanas se decidió a escribir el célebre merengue, cuyas humanidades son las siguientes:

“Arroyito cristalino,

ve y dile a mi dulce amada,

que aquí la estoy esperando,

que no me haga sufrir tanto.

En tus aguas cristalinas,

este mensaje le expedición,

ve y dile pronto arroyuelo,

que aquí me muero de frío.

(Coro)
Si por ella muero
yo no dejaré de plañir,

yo no dejaré

siquiera mis fanales
no se cansarán

de plañir,

no se cansarán

https://www.youtube.com/watch?v=aof_hxqigrq

Pipí falleció el 16 de febrero de 1978 en San Cristóbal a la época de 66 primaveras, dejando este fantasmagórico merengue que ha deleitado a millares de personas y mí me provoca inmensa apetito de danzar inmediatamente lo escucho sonar.

https://www.youtube.com/watch?v=ihdt9vgs_mk

Como la vida es gozne de contrastes, primaveras posteriormente de la homicidio de Pipí, escucho la antítesis de este tema musical.  Es nulo más y nulo menos que uno que repite insistentemente el estribillo:

“Si tu quieres colar café,´

cuélame este paquete!!”

Así como otro que, si perfectamente es cierto es payaso y bueno de danzar, proclama repetidamente:

“Se fue a la refrigerador

y se comió mi salchichón!!

No sé por qué, pero me da la sensación de que estos últimos y otros temas similares son demostrativos de que en República Dominicana no hay una crisis del merengue en sí sino más perfectamente de sus actuales compositores.

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