¡Ya no me interesa existir!

“Vivían en un pueblo del sur de nuestro país, eran padres preocupados, dedicados a la crianza y educación de sus hijos. El padre, siempre tratando de ofrecerle lo mejor a sus hijos, unió esfuerzos adjunto a su esposa, se habían dedicado al comercio y les iba muy proporcionadamente, tanto que compró una finquita donde tenía una crianza de animales, algunas tareas dedicadas a la agricultura. Todo marchaba proporcionadamente, pensó que debía comprarse un nuevo coche, de esos que todos lo tienen, que si usted se descuida hasta le leen los pensamientos, frenan por usted, le avisan si se está saliendo de la vía, con cámaras que todo lo ven y hasta lo graban.

Entusiasmado, realizó la transacción, esa nueva prenda le cambió la vida, pero la ventura dura poco. El hijo decano cumplía sus dieciocho abriles, sus papeles en orden: cédula osadía de conducir, se disponía a ingresar a la vida adulta. Ese sábado se reunieron para celebrarlos. Familiares, amigos disfrutaron llenos de entusiasmo hasta la aurora. Al día subsiguiente los positivos comentarios se expresaban, sin disimulos, cual crecida de río posterior a intensas lluvias.

Puede analizar: Todos podemos hacer psicoterapia

De nuevo reunidos, mientras esperaban el piscolabis, el hijo un tanto inseguro pide al padre que le permita dar una dorso en torno a del parque en el nuevo coche. De inicio el padre se niega, pero, frente a la insistencia del hijo y el apoyo de algunos de los presentes, acoge la petición. Le insiste al pequeño en las precauciones y entrega la espita del coche, advirtiéndole que era sólo para dar unas vueltas al parque de la ciudad.

El pequeño no junto a de contento y, al desplazarse, pronto encontró un amigo que montó al coche y este casi de inmediato le dijo: “Déjate de estar de pendejo que nadie lo sabrá, ¡Vámonos para la pista a comprobar verdaderas emociones!” Así lo hicieron, disfrutando al mayor, aumentando la velocidad, rebasó un autobús, pero de pronto apareció una patana que no le dio tiempo a respirar y le aplastó.

Los padres no salían del asombro, anonadados, se resisten a aceptar lo ocurrido. El padre se considera el culpable de la tragedia, se niega a ingerir alimentos, invitado todos los días por horas la tumba de su hijo. “No me perdono, perdí a mi hijo que era mi adoración, mi única esperanza, por estar de flojo provoqué su crimen; ¡Dr., ya no me interesa existir!, quiero marcharme para encontrarme con él, halarle las orejas y al mismo tiempo pedirle disculpas”.

Un azar, pérdida brusca, inesperada, puede desencadenar en la comunidad respuestas que incluso le llevan a pensar y aseverar: “¿Por qué eso no me ocurrió a mí? Él al punto que comenzaba a existir, en cambio, yo, prácticamente he cabreado todas las etapas”.

Hechos como el antiguamente descrito van a trastornar la vida habitual, aunque casi siempre unos miembros pueden ser más afectados que otros. La respuesta tiende a ser devastadora: aislamiento, lloro, sensación de ira, impotencia, pérdida de interés, sentimientos de culpabilidad, tristeza, ansiedad, flashback, pensamientos reiterativos, insomnio, desesperanza. Luego de lo ocurrido, todo se acabó…

En las primeras semanas y hasta meses la persona no quiere cuchichear, compartir, encerrada en su dolor, todo paseo en torno al hecho ocurrido, la vida pierde su natural interés, la persona devastada sólo piensa en el hecho trágico, pero, por suerte, la medicina, la psiquiatría, como el conocimiento y la ciencia en común, continúan avanzando y aportando soluciones a la mayoría de nuestras evacuación. El padre del pequeño, transcurrido unos dos primaveras, aceptó la trágica partida de su hijo.
Sugerencias:

  • Recuerde siempre el papel de los padres, ellos deben ser por los primaveras vividos, su experiencia y capacidad los que tracen las pautas a sus hijos.
  • No olvide la responsabilidad que conlleva dar n “sí” o por el contrario explicar “por qué no” puede alcanzar a esa petición.
  • El rol de los padres es cuidar, enseñar, motivar a sus hijos, con la obligación de imponer ciertas normas para conducir a su comunidad en un entorno de respeto
    y estabilidad.

“Ya no me interesa existir” pensé, pero, despejada la mente, recuperado el humor, dispuesto estoy a desavenir los desafíos de la vida.

Related Posts

el día que Brad Dourif se hartó de interpretar a personajes oscuros y se retiró del cine

El icónico cómico realizó un itinerario por sus papeles más recordados y confesó a The Guardian cómo el peso de los papeles y la búsqueda de paz influyeron en su…

Ataque a Israel: Netanyahu dice que actúa con apoyo de Trump

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahuaseguró este sábado que su país está actuando con el “claro apoyo” del presidente de Estados Unidos, Donald Trumpen sus ataques a Irán, según…

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You Missed

Una carta de Diógenes Abreu

Una carta de Diógenes Abreu

Ordenan trasladado héroe Juan Rodríguez al Panteón Franquista

Ordenan trasladado héroe Juan Rodríguez al Panteón Franquista

Según los informes, Google planea cortar los lazos con escalera AI

Según los informes, Google planea cortar los lazos con escalera AI

«Tengo mucha ilusión de competir contra los mejores»

«Tengo mucha ilusión de competir contra los mejores»

el día que Brad Dourif se hartó de interpretar a personajes oscuros y se retiró del cine

el día que Brad Dourif se hartó de interpretar a personajes oscuros y se retiró del cine

La ilusionismo de una gran foto

La ilusionismo de una gran foto