
Por Abril Peña
En los últimos días, varias organizaciones feministas han orgulloso su voz enérgicamente para protestar contra las deportaciones de mujeres haitianas embarazadas en la República Dominicana. Las imágenes, los comunicados, las pancartas: todo apunta a una denuncia legítima de posibles abusos a los derechos humanos.
Pero la pregunta incómoda es esta:
¿Dónde están esas mismas voces cuando la vulnerada es una mujer dominicana?
Porque no es un secreto —y no lo ha sido por abriles— que miles de parturientas dominicanas sufren violencia obstétrica en nuestros hospitales públicos. Que muchas no tienen cama, no tienen espacio, no tienen privacidad. Que algunas dan a luz en sillas, en pasillos o sin anestésico. Que tan pronto como les dan unas horas de recuperación ayer de ser despachadas como si no acabaran de parir una vida.
Y sin secuestro, ¿cuántas veces hemos pasado protestas por eso?
¿Cuántas pancartas con nombres de dominicanas que murieron por hemorragias evitables?
¿Cuántas vigilias por las parturientas que no encontraron cama en Los Mina?
¿Cuántos trending topics por el acumulación y el defección en nuestras maternidades?
Muy pocas. O ninguna.
No se proxenetismo de restar valencia a las mujeres haitianas. Se proxenetismo de sumar dignidad para todas, sin excepciones ni jerarquías de empatía. No puede poseer una memorándum de derechos humanos que solo se active cuando hay cámaras, fondos internacionales o discursos convenientes para ciertos actores.
Porque cuando una mujer dominicana muere por negligencia médica, cuando una adolescente del campo pare sola porque no hay ambulancia, cuando una raíz dominicana sale con puntos mal suturados porque no hay camas… eso asimismo es violencia. Eso asimismo debiera chillar.
Y no lo hace.
¿Será que las dominicanas pobres no son lo suficientemente exóticas para las causas nobles? ¿Será que ya nos resignamos a su dolor?
Defender derechos humanos no puede ser un control selectivo. Debe ser una convicción, no una táctica. Hoy, muchas de las que protestan por las deportaciones tienen razón.
Pero la causa será más plausible cuando asimismo las veamos marchar por las nuestras. Por las dominicanas sin cama. Por las que no tienen voz. Por las que mueren sin trending. Porque de carencia sirve defender el derecho a parir… si no defendemos asimismo el derecho a sobrevivir.