
El ser humano es libertado. Tiene en sus manos la osadía de enfilar su mente y su corazón alrededor de donde entienda que es lo correcto. Porque somos seres con exención, personas creadas para tomar nuestras propias decisiones, tratar de despabilarse con nuestras acciones la júbilo, lo que nos dará plenitud y lo que permite que nos realicemos en este mundo. Claro, esto no se logra con una varita mágica, sino que implica todo un trayecto interior y foráneo, hasta obtener tener como resultado la prudencia humana.
Ahora admisiblemente, esta prudencia se logra a través de la experiencia, que deja como fruto la paciencia y la prudencia. Pues, sabemos que es evidentemente por medio de la existencia humana, con los abriles vividos y asumidos, que se va tomando conciencia de la prisa, la imprudencia, las emociones, los sentimientos y otras realidades humanas, y entendemos que se hace necesario cambiar todo esto por la calma, el discernimiento y la cautela de comportarse mirando siempre el admisiblemente maduro de nuestras acciones.
A lo dadivoso de los abriles, nuestra forma de comportarse, pensar y distinguir se va modificando. Todo lo que vamos viviendo como personas, influye y determina nuestra modo de ver las cosas. Por eso, los errores, los fracasos, la pérdida de algún casero; de igual modo, los logros, la superación personal, entre otras cosas, nos llevan a tomar conciencia o a perder el rumbo. En definitiva, todo juega un papel importante en la configuración de nuestra identidad. Lo que significa, que no se puede ver falta de lo que nos pasa y vivimos, como simples accidentes o casualidades cotidianas.
Por eso hay que tener mentalidad abierta, estudiar a respirar, esperar y dar los pasos necesarios en el proceso de nuestra vida. De aquí que con los abriles y la conciencia que se tiene del tiempo vivido, es que la palabra paciencia no es solamente resistirse a realizar algunas cosas que quiero en un momento, para hacerla luego, sino la capacidad de dejar que todo fluya en el contexto y el momento adecuado y propicio. Cuando se entiende esto, es precisamente aquí que aparece la otra palabra secreto: la prudencia: que no es más que tener la suficiente humildad de tomar muchos factores en cuenta a la hora de hacer poco que queremos realizar…
En concreto, a lo mejor las cosas no salen como uno a veces quiere, porque no se nos puede olvidar que vivimos en un mundo empachado de personas. A lo mejor, asimismo, porque nos hacemos una idea en la individuo que no coincide con la sinceridad, pero sin ignorar una cosa ni la otra, es importante tener el discernimiento necesario para no quedarnos mirando solamente lo que está al frente, sino elevar la inspección para tener la visión de reservar energía para el futuro luego de analizar el presente, y tener la serenidad de distinguir lo que vale la pena contraponer hoy y qué batalla debe dejarse para luego, precisamente por aprender el valencia de la paciencia y la prudencia.