
El tesina de ley propuesto por el senador Rafael Barón Duluc que escudriñamiento convertir al distrito municipal de Verón-Punta Cana en un municipio, separándose del municipio de Higüey, ha generado un interesante debate sobre el recurrente tema de la atomización territorial de nuestro país. De las docenas de municipios creados en las últimas 2 décadas los argumentos a protección de elevar a condición de municipio a Verón-Punta Cana son, por mucho, los más legítimos y persuasivos.
Eso dicho entiendo que es ajustado Verón-Punta Cana el mejor ejemplo para explicar por qué la creación de más municipios es placa y porque mantenerlo bajo el municipio de Higüey debe ser usado como ejemplo para eliminar muchos de los municipios que existen hoy en día.
Verón-Punta Cana viene experimentado un crecimiento poblacional vertiginoso que solo es superado por su crecimiento financiero, que hoy le pone como la 3ra ciudad más económicamente importante del país. Pero Verón-Punta Cana al momento de escribirse este artículo no es exactamente una ciudad, en el mejor de los casos puede describirse como una metrópolis en construcción.
Esa condición de tesina en exposición está en el centro de la coartada para argumentar a protección de elevarle de categoría. Tiene una población fija significativa y en crecimiento, la actividad económica es vibrador y genera muchos posibles, necesita muchas inversiones en infraestructura para sostener su adecuado crecimiento y viene forjando una identidad propia adecuadamente demarcada del resto de Higüey y la provincia de La Altagracia.
Todo lo aludido deriva de su esencia como foco regional del turismo, y es esa dependencia en el turismo la mejor razón por la cual no hacerla un municipio. El futuro social y financiero de Verón-Punta Cana está ligado al turismo, y mientras los tiempos sean buenos esta podrá sostenerse por sí sola, no así cuando lleguen los tiempos malos donde su status de municipio le serviría de poco.
Si Verón-Punta Cana desea seguir creciendo debe entablar un proceso agresivo de diversificación de su riqueza, pero para esto probablemente va a requerir de los espacios y posibles de distritos municipales como La Otra Facción y las Lagunas de Nisibón donde pueda crear una colchoneta comercial, industrial o agrícola que le permita abastecer a su incipiente metrópolis funcionando, aún si el turismo se viera a la disminución.
El municipio Verón-Punta Cana crearía un incentivo a destinar todos los posibles generados por esa demarcación para atender las deyección de la riqueza que tiene hoy sin reparo para lo que esta va a faltar mañana, si forjar una ciudad vibrador y sostenible es su destino.
Ese futuro va intrínsecamente de la mano a lo que depare para el resto de lo que hoy es el municipio de Higüey. Sería perfectamente comprensible mover la colchoneta del concejo para que resida en Verón-Punta Cana, y hasta cambiarle el nombre al municipio, la fragmentación, en cambio, podría resultar en un gravísimo error.