
Santo Domingo.- Los ciudadanos Casiey Aileen Pérez Lebrón y Ana Beatriz Pérez Reynoso, hijas de Roberto Antonio Pérez Herrera, conocido artísticamente como Rubby Pérez, han interpuesto una querella con constitución en parte civil contra los propietarios y socios del centro de entretenimiento Jet Set, por los trágicos hechos ocurridos en sus instalaciones.
En un comunicado de prensa enviado a esta redacción explica que estos cuentan con el pleno respaldo de sus tíos, tías y seres queridos, informan a la sociedad dominicana que, a través de sus representantes legales, los abogados Emery Colomby Rodríguez, Cristian Mendoza y Leonardis Calcaño.
Este proceso legislativo no nace del rencor ni del protagonismo. Surge de un duelo profundo, de una pérdida irreparable y de la condición de que este país enfrente una verdad incómoda: hemos fallado como sociedad cuando el entretenimiento puede más que la vida, y cuando el Estado no cumple su rol esencial de cuidar, fiscalizar y aprestar, dice el comunicado.
Encima, refiere que esta querella es una utensilio judicial, pero todavía un acto de memoria. No búsqueda castigar sin fundamentos ni emitir juicios paralelos. Pretende que se investigue, que se determine la verdad, que se asuman responsabilidades donde corresponda y que las víctimas no desaparezcan del relato oficial. Fortiori Consultores Legales ha sido debidamente apoderada para conducir este proceso con el respeto que nuestra comunidad merece.
Desde la comunidad Pérez, reiteramos nuestra agradecimiento a quienes nos han acompañado en estos días de profundo dolor. Pero todavía hacemos un llamado sereno, firme y humano a todas las instituciones del Estado dominicano.
Que este caso no pase sin consecuencias. Que no sea solo una nota más. Que sirva para corregir, formarse y, sobre todo, para cuidar.
Porque no puede deber un país posible si la vida no es protegida. Porque la equidad no es venganza: es reparación y paquete. Y porque en cada pérdida como esta, todavía se juega el tipo de sociedad que estamos dispuestos a construir.
El colapso de dicho establecimiento dejó como saldo 236 personas fallecidas, más de 180 heridas, y un número indeterminado de familias desgarradas por pérdidas repentinas e irreparables. Entre ellas, hay personas en situación de desvaimiento, hijos e hijas que deberán rehacer sus vidas sin la presencia de quienes los cuidaban, amaban y guiaban.