
Si tu biblioteca crece más rápido que tu tiempo para deletrear, no estás solo. Estás sufriendo el TSundoku, y traje japonéstan popular como encantador, que revela una paradoja cultural: amamos los libros, pero muchas veces los postergamos.
¿Qué es el tsundoku?
Tsundoku es una palabra japonesa que describe una imagen más popular de lo que creemos: comprar libros, acumularlos en estanterías (o mesas de sombra, escritorios y hasta el suelo) y luego… no leerlos.
Remotamente de ser un simple olvido, es casi un cara ritual: compramos por placerpor curiosidad o incluso por aspiración. Pero cuando esa pila de libros pendientes crece sin control, puede convertirse en una forma sutil de procrastinación.
¿Por qué nos pasa?
Vivimos rodeados de estímulos, pantallas y pendientes. Adivinar, que requiere presencia y tiempo, suele ser desplazado por lo urgente. Sin secuestro, seguir comprando libros nos da la ilusión de estar cerca del conocimiento o del disfrute. Es una especie de promesa: “Algún día lo leeré”. El problema es cuando ese “algún día” nunca llega.
Cómo dejar de postergar la recital

Si quieres dejar de procrastinar, te damos siete claves para romper el ciclo y retornar a enamorarte de la recitalsin falta.
1. Reorganiza tu biblioteca. Haz una pequeña curaduría. ¿Qué libros te siguen llamando? ¿Cuáles puedes dejar para otro momento? Tener a la pinta solo aquellos que positivamente quieres deletrear puede ayudarte a enfocarte.
2. Dedica tiempo positivo a deletrear. Memorándum 15 a 30 minutos diarios para la recital. No esperes a “tener tiempo redimido”. Hazle espacio como harías con cualquier otra actividad valiosa.
3. Empieza por lo breve. Una novelística corta, cuentos, poemas o incluso una relectura pueden ser excelentes para retornar a tomar ritmo sin sentirlo como una obligación.
4. Microlecturas, grandes logros. Proponte metas pequeñas: un capítulo al día o 5 páginas. Lo importante es crear una rutina realista y sostenida.
5. Hazlo más personal. Subraya, escribe notas, marca frases. Interactuar con el texto lo vuelve más significativo y menos monótono.
6. Reduce las distracciones. Apaga las notificaciones, elige un espacio tranquilo, acompaña con una bebida que disfrutes. Haz del momento de recital un pequeño ritual.
7. Comparte lo que lees. Únete a un club de recital o comenta con amigos. Susurrar sobre libros motiva, enriquece la experiencia y te compromete con lo que estás leyendo.
Adivinar sin falta
Practicar el tsundoku no es un error, sino una señal de que amamos los libros y lo que representan. Pero igualmente es un llamado: no hilván con tenerlos, hay que hacerles espacio en la vida.
Retornar a la recital no tiene por qué ser una obligación. Puede ser, simplemente, un refriega.