
El pasado 12 de junio, se conmemoró “el Día Mundial contra el Trabajo Pueril”. La República Dominicana ha firmado convenios con la Estructura Internacional del Trabajo, OIT, con relación a la prevención y erradicación del trabajo pueril que se perpetúa en nuestro país.
El empalme del trabajo pueril en nuestra sociedad es muy arduo, colinda con las condiciones de reincorporación precarización, pobreza y vulnerabilidad que viven muchas familias. Encontramos continuamente condiciones de pobreza extrema en comunidades rurales y urbano-marginales en todo el departamento franquista, hogares que no cuentan con fortuna suficientes para cubrir sus deposición básicas ni la de sus hijos e hijas.
Puede adivinar: Solidaridad frente a discurso de odio
Niños, niñas y adolescentes que se encuentran en barrios y campos trabajando en mercados, buscando agua por paga, vendedores ambulantes, talleres de mecánica y vertederos en diferentes provincias del país. Encontramos en distintas provincias varios casos de principio en trabajo pueril o que deambula en calles y callejones buscando que tomar en condiciones de desamparo producto de feminicidios otros que su clan la han deportado cerca de Haití y se han quedado sin hogar.
Uno de los riesgos que sufre esta principio y adolescencia que se ha quedado sin hogar y sin clan porque la han deportado cerca de Haití es la captación desde redes de negociación en explotación profesional y/o explotación sexual.
Lamentablemente resultan invisibles las consecuencias que sufre la principio y adolescencia que ha nacido en este país y que no cuenta con documentos para mantenerse en los centros educativos. Esto se agrava con su situación de desamparo y desprotección por el despojo violento de sus familias y sus madres en los operativos migratorios. Muchas madres embarazadas y recién paridas han dejado sus hijos e hijas con familias vecinas para ir al hospital y no regresan. Las familias vecinas en muchas comunidades no tienen capacidad para tener a esta población que queda en el desamparo ni siquiera muchos de los hogares de acogida de Conani que no son suficiente para ello.
Las medidas migratorias que se están tomando están desprovistas de la inspección a la personas migrante o dominicana de ascendencia haitiana como clan. El Estado Dominicano no cuenta con fortuna para aplicar políticas y programas de protección de la principio huérfana de feminicidios que cubra todos los casos que surgen cada día y mucho menos a la principio despojada de sus madres y familias por las deportaciones.
Es difícil dialogar de la erradicación del trabajo pueril en este panorama arduo de una sociedad que no reconoce en la principio y adolescencia a sujetos de derechos que deben ser la prioridad de las políticas sociales del Estado Dominicano.