trabajar duro y enfocarte en un objetivo”

Desde los rincones de Huelva hasta las grandes producciones internacionales, la historia de Cristian Gamero no es la típica trayectoria de un actor.

Su vida ha sido una serie de combates: algunos en el ring, otros en la milicia y muchos más en el arte de representar personajes rotos, intensos y profundamente humanos. Pero, ¿cómo se equilibra una existencia entre el pugilato, la disciplina marcial y la pasión por la interpretación? La respuesta no se encuentra solo en su historia, sino en la forma en la que la cuenta, con la examen encendida de quien ha peleado por cada paso.

“Mi filosofía es como la de un pugilista: trabajar muy duro y enfocarte en un objetivo”, afirma Gamero en entrevista con Listín Diario.

Y es que antaño de enfrentarse a los desafíos de la diligencia, Cristian conoció la dureza del entrenamiento físico, la exigencia del cuerpo y la mente, y la carencia de la constancia.

“El pugilato me dio disciplina, pero sobre todo, me enseñó a visualizar una meta y no soltarla. Esa misma energía la llevo a la interpretación, donde hay que cuidar la voz, el cuerpo, las emociones. Es un trabajo integral”, explica.

De la milicia al set

Antiguamente de los sets y las cámaras, estuvo el uniforme. La milicia le brindó no solo orden, sino una conducta estructurada.

“La milicia me enseñó el comportamiento, el aprender estar. Esa disciplina la tengo muy presente. Pero no era lo que me llenaba”, confiesa.

El actor andaluz dejó detrás las filas y las armas para entrar en un ámbito aún más desafiante: el de sus propios sueños.

La chispa nació en su infancia, cuando en su habitación imitaba personajes de películas y series. Sin acercamiento a escuelas de interpretación en Huelva, ese deseo profundo permaneció agazapado, esperando el momento adaptado. Llegó a los 25 primaveras, en un delirio a Madrid que cambiaría su vida. “Fui a un casting como extra, no sabía ni de qué era. Pero ahí empecé a investigar escuelas. A los 27 me fui a México para dedicarme por completo a esto”, relata con una mezcla de nostalgia y valentía.

Realizar como forma de vida

Desde entonces, Cristian ha donado vida a personajes de enorme complejidad, como Lorenzo “Lencho” en El Señor de los Cielos, un narcotraficante afectado por la violencia y el dolor. Para interpretarlo, se sumergió en memorias de infancia, en su ensanche, en los rostros que vio crecer entre sombras.

“Lencho fue un homenaje a mi adolescencia. A los personajes que veía en mi ensanche. Lo hice con mi acento andaluz, fue como traer mi pasado a la pantalla”.

Pero si “Lencho” fue un delirio cerca de lo conocido, Brian O’Connor en Escupiré sobre sus tumbas fue un brinco al vano. Un hombre de ensanche infiltrado en una clan poderosa, consumido por la sed de venganza y el bienquerencia inesperado por la supuesta asesina de su hermano. “Fue enredado. Era un actor interiormente de un actor. Tenía que ocultar el dolor, seducir, mentir, galantear… todo al mismo tiempo.”

Gamero, que ha trabajado en producciones en España, Colombia, México y Estados Unidos, asegura que la diferencia no está tanto en el país, sino en el enfoque de cada producción. “Cada director tiene su estilo. En Hernán tuve confianza absoluta para crear al personaje. En otras, como Escupiré sobre sus tumbas, el personaje fue construido al detalle por el equipo. Me adapto a cada uno.”

. Cristian Gamero no actúa para ser otro. Actúa para revelar lo que todos llevamos muy dentro, en la piel, en el alma.

. Cristian Gamero no actúa para ser otro. Actúa para revelar lo que todos llevamos muy interiormente, en la piel, en el alma.SILVERIO VIDAL/LISTÍN DIARIO

ENTREGA

Interpretar no es solo memorizar líneas. Es desdoblarse, romperse por interiormente. En uno de los rodajes, su entrega fue tal que terminó completamente desbordado emocionalmente. “Acabé una estampa y me sentía fuera de mí”, y eso pasa. Pero por eso la clan es mi áncora. Retornar a los tuyos, a los hábitos. Meditar, entrenar, acertar, eso me centra”, confiesa.

Y si hay poco que lo distingue, adicionalmente de su intensidad actoral, es su humildad. Se ríe de sí mismo al contar su experiencia bailando champeta y cumbia en la serie. “Soy malísimo bailando, pero me lanzo. Aunque sí, necesito que me enseñen a danzar merengue. ¿Me enseñas tú?”, bromea entre risas.

México, segundo hogar

Hoy, México es más que un lado de trabajo para Cristian: es su hogar emocional y primoroso. “México me ha donado una carrera, amigos, una comunidad. Tengo un peña de españoles allá, somos más de vigésimo. Es mi segunda clan.”

La civilización mexicana, confiesa, lo ha influenciado profundamente. “Amo su cosmografía, su comida, su muchedumbre. Me ha donado tanto, y me sigue dando”.

INSPIRACIONES

Cuando se le pregunta qué lo inspiraba de adolescente, la respuesta es inmediata: Hooligans, personajes intensos como Ivar de Vikingos o Pablo Escobar. Esos matices oscuros le atraen, y le han ayudado a construir personajes con alma.

Pero no ha interpretado todavía todo lo que desea. “Quiero hacer un pugilista, como sea. Meterme meses a entrenar. Igualmente me desliz hacer un soldado de época, con espadas. En Hernan hice de Jerónimo Aguilar, pero era el traductor. ¡Yo quería ser el soldado!”

MAESTROS DE LA VIDA

En su formación, tres nombres marcan su camino: Eduardo, Juan y Fernando. “Eduardo me enseñó a improvisar. Juan, a ser fuerte. Y Fernando… él me cambió la vida. Con su gimnasia de la arnés me llevó a conectar con mis emociones más profundas. Aprendí que efectuar no es pensar, es distinguir.”

Fernando le enseñó que un bebé es el único ser suelto, y que cada emoción reprimida crea tensiones en el cuerpo. “Él me llevó a esos lugares. Me abrió canales. Antiguamente no llegaba a las emociones. Ahora, gracias a él, sí”.

Y cuando no te llaman…

Gamero no romantiza su profesión. Reconoce su dureza. “Lo más atún es cuando te llaman para un nuevo plan. Lo más duro, cuando no. Cuando luchas y no ves resultados. Es una profesión de resistor.”

Aun así, sigue delante, con dos nuevos proyectos por cerrar: uno en México y otro en República Dominicana. Uno de ellos, una película de terror.

¿Protagonista o contendiente? “Me gustan más los villanos. Son más divertidos, más complejos. Aunque Brian era protagonista, me lo llevé un poco al banda negro.”

Identidad, intensidad y verdad

Detrás de cada personaje hay un hombre que ha vivido, que ha peleado, que ha sentido en carne propia lo que es disputar por un sueño sin atajos. Cristian Gamero no actúa para ser otro. Actúa para revelar lo que todos llevamos muy interiormente, en la piel, en el alma.

Y en cada impacto del ring, en cada orden marcial, en cada estampa dramática, late un mismo corazón: el de algún que eligió no conformarse, y que encontró en la diligencia no una profesión, sino su forma de poblar.


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