
Por Rosaura Pimentel
Ya iniciamos la Semana Santa y con ella el aumento del flujo de personas que se desplazará a otras ciudades y pueblos del país o al foráneo. Aunque tradicionalmente era un tiempo de recogimiento y consejo, y lo sigue siendo para muchas personas, para otras es tiempo de vacacionar y sobrevenir momentos en tribu o amigos, aprovechando el espacioso asueto.
El dinamismo propio de estas fechas suele traducirse en un incremento trascendental de la actividad humana, dejando tras de sí una huella ambiental que merece nuestra atención consciente. Es por esto que, en este artículo y desde el respeto en torno a las víctimas de lo sucedido en la tragedia del Jet Set, quisiera referirme a las implicaciones al medio bullicio de las actividades comúnmente realizadas estos días, en el entendido de que debemos cuidar el entorno que nos acoge.
Puede observar: Una brisa refrescante para la isla
En primer zona, podemos mencionar el aumento de los desplazamientos a nivel franquista e internacional. Con este incremento vehicular además crece la congestión vehicular, el consumo de combustible y las emisiones de gases de huella invernadero. Nuestras carreteras ven aumentar el flujo de vehículos, liberando una maduro cantidad de gases de huella invernadero, contribuyendo al cambio climático. En segundo zona, el éxodo masivo de personas en torno a destinos turísticos, impulsado por la búsqueda de refrigerio y esparcimiento, trae consigo una presión considerable sobre nuestros ecosistemas.
Los destinos naturales, ansiosamente esperados por los visitantes, a menudo sufren las consecuencias de una afluencia desmedida: senderos erosionados, acumulación de residuos (muchas veces no biodegradables) que en muchos casos terminan en ríos, mares o abandonados en las montañas. Toda esta actividad produce la trastorno de nuestra flora y fauna regional. En tercer zona, mencionamos el consumo, que además experimenta un repunte significativo. Las mesas se llenan de manjares tradicionales, y las compras de última hora para el delirio o los regalos se multiplican. Este aumento en la demanda inevitablemente genera una maduro cantidad de residuos sólidos, un desafío que muchas veces supera la capacidad de mandato de los municipios turísticos. Plásticos de un solo uso, envases y basura alimentarios terminan engrosando los vertederos o, peor aún, contaminando nuestros entornos naturales.
La esencia es transitar estas fechas con una conciencia ambiental activa. No se proxenetismo de renunciar a las tradiciones ni al debido refrigerio. La esencia reside en transitar estas fechas con una conciencia ambiental activa.