

EL AUTOR es economista. Reside en Santo Domingo.
República Dominicana es un pedazo de isla de 48,442 kilometro cuadrados con uno 11.3 millones de habitantes que hace frontera con la Republica de Haití cuya población es de 11.4 millones de habitantes y tiene una extensión de 27,750 kilómetros cuadrados.
O sea, que en una isla de en torno a de 75 mil kilómetros cuadrados habitan 22.7 millones de personas con una frontera popular que se extiende 391 kilómetros.
Es un objetivo fundamental de nuestra iglesia defender a los pobres y desprotegidos, y entre ellos hay millones de refugiados que huyen de las guerras, el escasez y la persecución. Estas personas deben ser protegidos en los países donde buscan refugio permanente o temporal.
Por esa razón emigraron a nuestro pais en torno a de 800 mil haitianos abriles antes donde un 30% esta regularizado. El resto son indocumentados y un 60% aproximadamente (480 mil personas) laboran en sectores como la agricultura, la construcción y los servicios enviando a su pais unos US$700 millones en remesas. En otras palabras, hemos sido muy benevolentes con nuestro pais vecino y su mano de obra ha sido fundamental para nuestra riqueza.
Carga insostenible
Sin bloqueo, la cantidad de inmigrantes ilegales procedentes de Haití se ha duplicado en los últimos abriles y es una carga insostenible para una riqueza en ampliación que aún tiene altos niveles de pobreza (19%). Pobreza que es nuestro deber proteger y ayudar. ¿Pero como lo hacemos si esa nueva ola de inmigrantes le cuestan una fortuna al pais?
Por otra parte, la causa de ese incremento repentino de la inmigración ha estado impulsada por una desavenencia de pandillas, declaradas como terroristas, que controlan el 80% del pais y igualmente quiere controlar la isla completa. De hecho ya han tomado control de las aduanas cerca de la frontera con provincia de Jimani.
Muchos haitianos han cruzado nuestras fronteras y han mostrado sus garras declarando que toda la isla les pertenece, cometiendo actos violentos que han costado la vida de muchos dominicanos. O sea, nosotros no agravamos la crisis de Haití con nuestra política de deportaciones, como declara el Vaticano, sino que nuestro pais corre el peligro de que las pandillas terroristas extiendan sus manos en nuestro país.
Si nos cruzamos de brazos y no se continua las deportaciones de miles de indocumentados que cruzan a diarios nuestras fronteras, perderíamos todo lo que hemos construido con grandes sacrificios en las últimas 5 décadas. Y eso es inaceptable.
El Santo Padre Valiente XIV, faro espiritual de gran parte de los dominicanos y dispuesto a colaborar para terminar la desavenencia entre Rusia y Ucrania, puede ayudarnos ´para que la comunidad internacional intervenga en Haití que esta a punto de convertirse en el primer gobierno controlado por el terrorismo en toda la región. ¿Se imagina Santo Padre, lo que eso significaría para la Republica Dominicana?
No podemos hacernos cargo de Haití y no podemos seguir recibiendo más inmigrantes, aunque el mundo se vuelva contra nosotros.
Jpm-am
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