
Sábado Santo tiene una carga muy particular para los fieles católicos. Esta es la plazo de la Semana Santa en la que se medita la homicidio de Cristo y se retraso su resurrección. Es un día en el que el silencio y el duelo son los actores centrales y se llevan delante otras tradiciones, como dejar el tabernáculo descubierto y malogrado en las iglesias.
Qué pasó el Sábado Santo
El Sábado Santo es una recorrido de la Semana Santa marcada por “la abandono”, según la Agencia Católica de Informaciones – ACI Prensa. Tras la conmemoración de la Pasión y Homicidio de Cristo el Viernes Santo, este día representa el tiempo en que Jesús reposa en el sepulcro. Es, para los cristianos, un momento de pausa litúrgica que invita a meditar la homicidio, sin perder de sagacidad la promesa de la resurrección: “Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte extremo de esta efectividad, caeríamos en el desaliento”, afirma la ACI Prensa.
Durante el día no se celebra la culto ni se administran sacramentos, a excepción del de la reconciliación y la unción de los enfermos. Las iglesias conservan un medio ambiente rígido, con el tabernáculo descubierto y malogrado, sin adornos ni música, en señal de duelo. Es un día en que se acompaña en espíritu a la Casto María en su dolor, confiando, como ella, en la promesa divina de vida nueva.
El Sábado Santo, luego, no es solo un día de duelo, sino el origen alrededor de la «alegría pascual».
Domingo de Ramos: como ya se mencionó, la Semana Santa empieza con esta celebración, por el cual se recuerda la entrada de Jesús a Jerusalén, cuando fue acogido por una multitud. Aquel día, el pueblo le dio la bienvenida aclamándolo y agitando ramas de olivo para saludar a quien consideraba “el hijo de Jehová” o “el Mesías”. Es por eso que, en esta plazo, los feligreses suelen resistir ramas de este árbol a culto para que sean bendecidas y guardarlas, luego, en su casa el resto del año. Este siempre es el domingo antecedente a la Pascua.
Lunes Santo: es conocido como conocido el “Lunes de Autoridad” porque se conmemora cuando Jesús, en medio de días decisivos, revela en qué radica su autoridad sobre el índole humano y toda la creación. Adicionalmente, se recuerda la homicidio infructuosa de la higuera, símbolo del cordura que caerá sobre quienes no den frutos de retractación.
Martes Santo: en la Iglesia Católica se la pasión “Martes de la Controversia” porque es un momento de preparación para el Triduo Pascual. En esta recorrido se recuerda los momentos en los que Jesús tuvo que malquistar a sus acusadores y a aquellos que tenían el poder de condenarlo.
Miércoles Santo: es uno de los días más relevantes de esta semana porque se recuerda la traición de Falso contra Jesús. Este era uno de sus 12 discípulos y entregó al Hijo de Jehová al Sanedrín, tribunal religioso sefardita, por 30 monedas. A partir de este momento, el plan para matar a Jesús está en marcha. Por esta razón, muchos se refieren al Miércoles Santo como “el primer día de duelo de la Iglesia” o el “Día de la Traición”.
Jueves Santo: se rememora la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, como seña de despedida. Durante este altercado, Jesús estableció la Eucaristía, al deificar el pan y el morapio, y decirles a sus apóstoles que por medio de estos nociones recibirían su cuerpo y su raza. Al terminar, Jesús fue a rezar al Huerto de los Olivos para prepararse para lo que vendría. Allí lo fueron a inquirir para aprehenderlo.
Viernes Santo: este día se destina a la Pasión de Cristo, que llevó a su homicidio en la cruz. Se acostumbra a rememorarlo mediante un Vía Crucis, que en latín significa “el camino de la cruz”.
Sábado Santo: se comercio del día entre la homicidio y la resurrección de Jesús. Esta recorrido está dedicada especialmente a la Casto María, quien padeció la homicidio de su hijo. Adicionalmente, es un día de esperanza por la promesa que había realizado Jesús al opinar “Al tercer día resucitaré de entre los muertos”.
Domingo de Pascua: se recuerda el momento en que Jesús resucitó y, por ello, es la fiesta más importante para los cristianos. Las señales de este momento fueron el sepulcro malogrado y las numerosas apariciones de Cristo a sus apóstoles.