

El presidente Luis Abinader, acompañado por la primera dama Raquel Arbaje, visitó las instalaciones del club noctívago de Jet Set a posteriori de la tragedia que ocurrió en las primeras horas del martes. (Foto: presidencia.gob.do)
La tragedia que ocurrió en el club noctívago Jet Set ha dejado a toda una nación de desdicha. Con 221 vidas perdidas y 189 rescatadas, según el mensaje de COE (Centro de Operaciones de Emergencia), lo que sucedió no es solo una catástrofe aislada: es una herida franquista que afecta directa e indirectamente a toda la sociedad dominicana. Más allá de los números, hay vidas, historias cortadas, sueños extinguidos y el profundo sufrimiento dejado por este evento.
Hoy, comienza otra etapa. Uno que es más tranquilo, más íntimo, pero no menos urgente: el de dolor y recuperación emocional. Las personas que han perdido a los familiares enfrentan un infructifero inmenso, harto de dolor, incredulidad y preguntas que aún no tienen respuestas. El proceso de duelo será extenso, y muchos necesitarán apoyo psicológico para rehacer gradualmente sus vidas.
Pero no es solo el desconsolado quien lleva esta carga emocional. Algunos han herido a los familiares, que luchan por sobrevivir o mejorar de heridas físicas y emocionales. Y no podemos olvidar los testigos oculares: empleados, vecinos, rescatistas y ciudadanos que vieron de primera mano lo que sucedió y cuyas mentes han sido marcadas por las imágenes y el caos de ese momento. Todos ellos pueden desarrollar traumas que requieren atención profesional.
Como sociedad, nosotros incluso soportamos el peso de esta tragedia. Nos ha afectado profundamente; Ha dolido como si sucediera interiormente de nuestras propias familias. Y es precisamente esa empatía que debe transformarse en hecho. No es suficiente para lloriquear; Debemos exigir una investigación exhaustiva que determine si esta tragedia era prevenible. ¿Se cumplieron las regulaciones de seguridad? ¿Se ignoraron las advertencias? ¿Funcionaron los sistemas de emergencia? La transparencia y la responsabilidad son esenciales para evitar que vuelva a ocurrir otra tragedia similar.
Del mismo modo, es hora de repensar nuestras prioridades. Para robustecer la civilización de la prevención, para certificar que los lugares de entretenimiento no se conviertan en trampas de asesinato. Es hora de educar a nuestra población y exigir que las autoridades apliquen las leyes, sin excepciones ni privilegio.
Posteriormente de Jet Set, lo que sigue es un compromiso colectivo: mejorar, apoyar y agenciárselas la verdad. Porque honrar a las víctimas no es solo recordarlas, sino hacer todo lo necesario para certificar que su partida no fuera en vano.
__________________
Por Edwin de la Cruz
Periodista y abogado