
La propuesta para eliminar el foam por sus supuestos daños ambientales ha planteado una discusión no solo económica, sino técnica, sobre una salida viable al uso del material.
Si existe alguna alternativa tiene necesariamente que ponderarse antaño de abocarse a una audacia que, sin que nadie se engañe, no mejoraría el entorno de inmediato y tendría nefastas consecuencias en la hacienda y en la creación de empleos.
Entre las fórmulas para la sostenibilidad ambiental figura la elaboración de un foam biodegradable, que puede descomponerse con microorganismos en vertederos, rellenos sanitarios y basureros sin suscitar cambios radicales en el uso de materiales.
De esa guisa se conservan las propiedades funcionales del plástico convencional, asegurando la viabilidad en los sistemas actuales de producción.
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Sería un paso importante que en los debates sobre la ley de residuos sólidos la industria sea tomada en cuenta por su importancia en la hacienda antaño que se le condene a desaparecer sin ponderarse las alternativas que se han planteado para convertir el material en biodegradable a través de pruebas técnicas.