
Notar lo que sienten los otros puede ser una virtud, pero cuando esa conexión emocional se vuelve abrumadora, puede convertirse en una verdadera carga.
Así viven las personas con hiperempatíaun cualidad no clínico pero muy actual, en el que las emociones ajenas se sienten como propias, a veces incluso con un impacto físico y mental.
Para los hiperempáticos, no se negociación solo de entender que cierto está triste o oportuno, sino de vivirlo en carne propia. Una ruptura ajena, una ojeada de tristeza o incluso el hábitat emocional de una sala pueden ocasionar ansiedadcansancio extremo o incluso dolor físico.
“Cuando cierto cercano está triste, una persona empática puede entristecerse. Pero en la hiperempatíaeso se da de forma exagerada. Se sienten mucho —y muy intensamente— las emociones de los demás, incluso sin vínculo previo”, explica Rodrigo Martínez de Ubago, psicólogo clínico y docente en la UOC.
Aunque no es un trastorno obligado oficialmente, la hiperempatía tiene una almohadilla actual. Según estudios recientes, la genética juega un papel importanteaunque el entorno todavía influye, sobre todo si la persona ha vivido experiencias emocionales intensas o traumas en la infancia.
Igualmente se ha observado que es más popular entre personas en gran medida sensibles (PAS) y en ciertos casos, puede compartir rasgos con el espectro autista.
Las dos caras de comprobar tanto

Como todo cualidad de personalidad, la hiperempatía tiene sus ventajas. Las personas que la poseen suelen ser percibidas como comprensivascercanas y capaces de deletrear el jerigonza emocional de los demás con mucha precisión.
Es cualidades pueden ser muy efectos en profesiones como la psicología, la medicina o la educación, y todavía favorecen la creatividad, la empatía artística y la resolución de conflictos.
Pero ese mismo “superpodeta” emocional puede volverse en contra cuando no hay herramientas para gestionarlo. “Cuando las emociones propias dependen de cómo se sienten los demás, se pierde el control emocional.
Es muy casquivana confundirse entre lo que uno siente y lo que viene de fuera”, advierte Martínez de Ubago.
El resultado: ansiedad, ahogoestrés crónico y problemas en la toma de decisiones.
Por otra parte, pueden aparecer dificultades para poner límites emocionales, lo que a veces deriva en relaciones de codependencia O agotamiento emocional.
Y esto no solo afecta la vida personal. En lo profesional, especialmente en trabajos con suspensión contacto humano, la hiperempatía puede terminar en agotamiento.
Igualmente puede complicar la vida descendiente o de pareja, sobre todo cuando el hiperempático no logra desconectarse del malestar desconocedor y se ve desbordado constantemente.
¿Cómo instruirse a mandar esta sensibilidad?

El primer paso, según los expertos, es tomar conciencia. Aprender que uno es más sensible emocionalmente que los demás, y aceptar que esa cualidad puede tener consecuencias si no se maneja adecuadamente.
A partir de ahí, es esencia trabajar para ocurrir de una empatía emocional (comprobar lo que siente el otro) a una empatía cognitiva (entender sin absorber).
Existen herramientas prácticas para lograrlo:
- La terapia cognitivo-conductual ayuda a diferenciar emociones propias de ajenas.
- El conscienciapor su parte, enseña a observar sin dejarse tirar.
- Igualmente es útil practicar el desapego saludable: seguir sin cargar.
- En algunos casos, incluso es necesario tomar distancia física de personas o ambientes emocionalmente cargados.
Al final, se negociación de encontrar un inmovilidad. Notar no está mal. Notar mucho siquiera. Pero instruirse a poner límites emocionales y cuidar el propio bienestar es esencial para que esa sensibilidad no se convierta en un peso.