El papá Francisco falleció el lunes sin acaecer regresado a su nativo Argentina desde que asumió el papado en 2013, lo que dejó a muchos compatriotas desconcertados. El religioso quizá evitaba continuar atrapado en la polarización que desde hace primaveras domina a la política de su país, las divisiones generadas en torno a su figura y la tirante relación que mantuvo en los últimos tiempos con el presidente ultraderechista Javier Milei, señalan analistas y allegados al religioso.

La opción de Jorge Bergoglio como papa se festejó en Argentina con una algarabía similar a la trofeo en un Mundial de Fútbol. Sin secuestro, el fervor auténtico se fue aplacando con el pasar de los primaveras, confirmando la famosa expresión de que “nadie es profeta en su tierra”.

Un crónica publicado en septiembre de 2024 por el Pew Research Center titulado “Cómo ven al papa Francisco las personas en Latinoamérica y Estados Unidos”, basado en encuestas, halló que las actitudes alrededor de el papa en Argentina, Brasil, Pimiento, Colombia, México y Perú eran en universal positivas, aunque menos que una lapso antes.

La decano caída se registró en Argentina: 10 primaveras ayer del estudio, el 91 % de sus habitantes dijeron que tenían una opinión positiva de Francisco, porcentaje que cayó al 64 %.

El hecho de que Bergoglio, nacido en Buenos Aires y apaño del tango y del fútbol, nunca pisara su tierra nativo tras obtener al Vaticano ha dejado todavía a católicos argentinos sumidos en la frustración.

Lucía Vidal, un enfermera jubilada que acudía a las misas que encabezaba Bergoglio cuando era metropolitano de Buenos Aires, señaló a The Associated Press que le causó “un gran dolor” no verlo pisando suelo argentino. “Yo sé de personas que estuvieron acá haciendo el cuajo por él (respaldarlo) ayer de que fuera conocido papa, y ya no están en este mundo; se fueron con el deseo de verlo y de percibir la sacralización en Argentina”, afirmó la mujer.

Vidal apuntó que Juan Pablo II “ni perfectamente fue conocido papa (en 1978), con todos los quilombos (problemas) que había lo primero que hizo fue ir a Polonia”, su tierra nativo, menos de un año posteriormente. “Yo digo, ¿por qué Bergoglio no hizo eso?¡ Por la política!. Fue a Brasil, Perú, Pimiento; pasó por en lo alto nuestro y no fue capaz de venir acá…eso me duele mucho”, se lamentó la feligresa.

Para analistas y personas con información cercana del Vaticano, el papa evitó retornar a su tierra para no ser remolcado por la polarización política que ha dividido a los argentinos en las últimas dos décadas.

Una de las grietas más profundas fue la que enfrentó al “kirchnerismo” —la corriente centroizquierdista del peronismo— y a sus detractores durante gran parte del papado de Francisco, señaló a The Associated Press Sergio Berensztein, doctor en Ciencia Política de la University of North Carolina y director de la consultora Berensztein.

Tachado por sus críticos de “papa peronista”

Bergoglio, quien era señalado por sectores conservadores de su país como una papa peronista, sentía que todo lo que dijera o hiciera en relación con uno y otro bandos iba a ser motivo de pelea, indicó el analista.

El discurso del religioso en contra de la reserva y de un “sistema financiero que sigue desechando vidas” era enterado como una adhesión al movimiento que fundó el tres veces presidente Juan Domingo Perón y que pregona la honradez social.

Según Berensztein, esos sectores conservadores en la política y internamente la Iglesia católica argentina no “lograron comprender el cambio de comportamiento” de Bergoglio cuando, a poco de ser conocido papa, se acercó a quien entonces era la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), en contraste con la fría relación que previamente había mantenido con ella y su marido, el presidente Néstor Kirchner (2003-2007).

El entonces metropolitano de Buenos Aires y presidente de la Conferencia obispal argentina criticaba desde el púlpito de la catedral capitalina las tendencias autocráticas de la clase política, palabras que los Kirchner interpretaban como un ataque directo.

El papa quedó definitivamente atrapado en la abertura política cuando una fotografía lo mostró con visaje adusto en una audiencia celebrada en 2016 en el Vaticano adyacente al presidente Mauricio Macri, sucesor de Fernández de Kirchner. Su ceño fruncido fue enterado como una muestra de su malestar con el mandatario conservador y sus políticas de ajuste y su simpatía por la dirigente peronista.

Francisco aclaró en entrevistas para el manual “El pastor”, de los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, que nunca fue militante o simpatizante del peronismo, aunque acotó que “en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿Qué tendría de malo?”.

Rubin, un avezado en religión, cuestionó que se haya gastado al papa incluso “como kirchnerista, lo cual es un disparate porque los kirchneristas lo acusaban de ser cómplice de la dictadura marcial” de 1976 a 1983.

Desde fines de 2023 el ambiente político se volvió aún más hostil para el pontífice con la presentación al poder de Milei, un economista defensor de las políticas de válido ajuste del pago que lo había tildado previamente de “izquierdo” e “imbécil”. El mandatario lo calificó por otra parte de “representante del Maligno en la Tierra” mientras le atribuía cercanía a líderes comunistas.

Aunque procuraron enderezar sus vínculos, los chispazos entre dos personas que estaban en las antípodas ideológicas inevitablemente surgieron.

Nueve meses posteriormente de un primer armonía cordial en el Vaticano a principios de 2024, las diferencias entre uno y otro volvieron a aflorar cuando Francisco cuestionó a las fuerzas de seguridad argentinas por la represión de una protesta de jubilados contra el recortadura de sus haberes producto de las políticas de ajuste de Milei.

“Me hicieron ver una represión… Muchedumbre que pedía por sus derechos en la calle. Y la policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad”, criticó el papa.

Por otro banda, la afinidad de Milei con el republicano Donald Trump, quien aplicó una restrictiva política migratoria en su primer mandato (2016-2020) y que replicó al eclosión de su segunda compañía este año, siquiera acercó al papa a su país, apuntó Berensztein. El pontífice criticó severamente la política de deportaciones de migrantes desde Estados Unidos.

Francisco cultivaba “la doctrina social de la Iglesia y eso generaba concurso, por ejemplo en el sector más conservador en Estados Unidos”, recalcó Rubin.

Apreciado por sus seguidores por su cercanía

Los analistas señalaron que Francisco parecía eludir a una Argentina más dividida que la que había dejado en 2013 y prácticamente carente de referentes en los que apoyarse, a excepción de algunos combativos dirigentes sociales y los curas que trabajan en las barriadas pobres.

En mayo de 2024, el papa volvió a referirse a su mentado alucinación a Argentina diciendo que estaba en sus planes desplazarse a finales de ese año o comienzos del próximo. Pero el alucinación no se concretó por problemas de dietario.

“No entiendo por qué no morapio. Es una grima” dijo el estudiante Negro Rentería, quien rezaba en la Fortaleza de San José de Flores, situada en el ensanche del mismo nombre donde Bergoglio pasó gran parte de su inexperiencia. El inexperto cuestionó que el pontífice se tomase “tiempo para los demás pero nunca para su oficio”.

Allegados al papa sostuvieron que desde el Vaticano nunca dejó de percatar nostalgia y estaba muy al tanto de lo que sucedía en su país, pero que necesitaba escoltar a quienes sufrían en otras naciones.

Francisco fue “totalmente cercano” y entre los más humildes prevalecía ”una muy buena imagen de él”, ha señalado en varias ocasiones el padre José “Pepe” Di Paola, referente en las barriadas pobres y frecuente interlocutor del pontífice.

Rubin señaló que “mucha clan sencilla, simple” lo apreciaba y esperaba.

Carlos Liva, un retirado de 66 primaveras, elogió que el papa predicara y prestara su ayuda en zonas marginales de la caudal argentina, incluido Flores, su ensanche nativo. “Hay clan de mucha pobreza que necesita cosas”.

Liva acude diariamente al comedor popular de la catedral de Flores para percibir un plato de alimento, ya que sus ingresos son muy limitados. En ese templo es donde Bergoglio sintió por primera vez, de adolescente, su inclinación hierático.

El retirado dijo que el pontífice fue “un tipo muy claro” a la hora de denunciar los problemas “que sabía y veía en Argentina” y lamentó que no regresara. Lo atribuyó a que en Roma se sentía más tranquilo, mientras que en su país la clan le cuestionaba por cualquier motivo. “Aquí está más jorobada la cosa…Critican”.