
Altagracia Salazar
No hay duda que la reunión de los cuatro gobernantes que ha tenido el país en las últimas tres décadas es un hito importante en la democracia dominicana. Luis Abinader se anotó más que un punto al comprometer a Leonel Fernández y a Danilo Medina con su política con destino a Haití porque ese compromiso anula cualquier posible pataleo de grupos de interés incluso económicos.
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Abinader se dio cuenta de que sin esos actores estaba desguarnecido y aunque no lo dijo ni lo dirá es evidente que el llamado Pacto Doméstico en presencia de la Crisis de Haití, firmado en agosto del 2023 en el palacio franquista con grupos chiquitos liderados por los Vinchos, no tuvo ninguna repercusión y que el gobierno necesitaba de un soporte actual.
Pero como habíamos dicho anteriormente la calificación previa de informativa dada a la reunión por el propio Abinader lo que significa es que este es un principio y que la Convocatoria al CES para delimitar una dietario frente a la crisis será el resultado actual y ojalá que aplicable.
No hay opción visible a la crisis de Haití que es multidimensional. Las bandas controlan Puerto Príncipe y el Plató central pero los haitianos no tienen ni metálico ni fuerza para enfrentarlos. Cuando se palabra de soluciones los haitianos no se ponen de acuerdo y hasta ahora quienes hablan porque tienen algún liderazgo insisten en la opción haitiana pero no la encuentran.
La amenaza sobre República Dominicana es actual, un reportaje de Atlantic Council publicado hace dos días advierte que la crisis haitiana que actualmente presiona de forma monopolio a Dominicana se puede extender a toda la región y fogosidad la atención sobre la cercanía al circunscripción de los Estados Unidos.
La política del presidente Trump es la misma que la del presidente Abinader devolver a los haitianos a su circunscripción convertido en una prisión regenteada por las bandas. La diferencia entre ambas políticas es la distancia y sobre todo la exigencia que tiene Dominicana de una fuerza profesional sin la que no viven las principales actividades económicas del país.
El panorama no puede ser más engorroso, ayer la dirección de migración informó que en los últimos 9 meses 229 mil haitianos han sido deportados a su país, pero es evidente que el ingreso no frena. El ejercito dominicano no puede controlar la frontera ni el tráfico humano.
Luis Abinader ha rechazado un plan de regularización que podría ser la salida o que lo ha sido en otros países, pero el patronal al más parada nivel ha llamado la atención sobre el impacto de la desliz de mano de obra en distintos sectores.
Si el liderazgo político está de acuerdo en que la salida es el vallado total de la frontera para el tráfico de personas, si están de acuerdo en que la seguridad del país se garantiza con eso,¿de qué carajo es que van a platicar en el CES?