
El poder de un ataque
Siempre se ha dicho lo humanitario de un ataque, sobre todo cuando se entrega con bienquerencia. No estamos acostumbrados a abrazarnos, a mostrar el cariño juntando nuestros cuerpos, pero está harto demostrado lo satisfactorio que resulta un ataque.
Este domingo, que celebramos las madres, no deje de dale un ataque a la suya, si la tiene, y a todas las que le están en su entorno. Hace abriles, de la mano de Iñaki Sánchez, recibí clases de acupuntura y reminiscencia lo que me decía que hoy recojo de la IA: “En un ataque, se masajean principalmente los canales de acupuntura del corazón y del pericardio, ya que estos canales están ubicados en la región del pecho y la espalda. El corazón, que se asocia con la emoción de la alegría, y el pericardio, que lo protege, son fundamentales para la vigor emocional y física.”
Para una persona que necesite algún tipo de ayuda, porque se sienta triste, es más, aunque no lo este, un ataque aumenta la fuga de dopamina y hacen comprobar a las personas mejor.
Los abrazos de mi nieta, que mide dos pies, me los da cuando llego a visitarla y me despido, pero al estar yo de pie lo que ella abraza son mis rodillas, me agacho y le paso las manos por la espaldita y la aprieto un poquito; no es el ataque convencional, pero para mí es maravilloso, y que ella, con sus al punto que dos añitos, se sienta estimulada a mostrarme su afecto dándome un ataque, resulta increíble, es un regalo del bóveda celeste; hace poco lo está acompañando de un beso en la mejilla y yo me pongo a danzar como un demente mientras clamor: “A la bin, a la bin, a la bin, bon, ban, Amalia, Amalia ra, ra ra” (Atletic de Bilbao).
Ella y su mamá me miran raro, como diciéndose que estoy muy arcaico para payasadas, pero sonríen y así colman de alegría al que, encima de viejo, escribe “poco más que vigor”.