
Por Mikaela Viqueira .-
Los Ángeles (EE.UU.).- A una semana del inicio de las protestas contra las redadas migratorias, el centro de Los Ángeles intenta recuperar su apariencia habitual, aunque muchos comercios permanecen cerrados y la afluencia de turistas en las zonas cercanas a las manifestaciones sigue siendo escasa.
A pocas cuadras del corazón de las protestasen rechazo a las deportaciones ordenadas por el presidente estadounidense Donald Trumpse encuentra la calle Olverauna colorida plazoleta donde españoles y mexicanos fundaron el pueblo de Los Ángeles a finales del siglo XVIII, mucho ayer de que pasara a manos de Estados Unidos.
La historia de sus paredes abraza el paso de los inmigrantes mexicanos que llegan a EE.UU. en exploración de una mejor vida y, con el estallido de las protestas, el arrabal cobra un simbolismo singular para algunos, sirviendo de punto de diálogo para unirse a las manifestaciones frente las oficinas del Edificio Federal.
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La música tradicional mexicana sigue sonando en la placita principal adjunto a unos cuantas personas que disfrutan sentadas de los soleados días, pero Olvera ya no es como se recuerda: aunque el color de sus puestos comerciales todavía persiste, su estampa está prácticamente estrecha a unos pocos turistas y algunos negocios que abren mientras resguardan el de sus vecinos.
Patente Monumento histórico de la ciudad, este popular zona recibe a diario la reconocimiento de miles de turistas que aprenden de la historia de la fundación de la metrópolis a través de sus calles.
El vandalismo de los últimos días en los alrededores de Olvera todavía asusta a algunos de los trabajadores.

Todavía quedan unas cuantas horas para el toque de queda al que deben regirse, pero los dependientes, tras una mañana sin escasamente visitas, recogen los puestos ayer de tiempo: «Si no viene nadie, ¿a quién le vamos a traicionar?», se preguntan.
Little Tokyo, el arrabal emergente que teme por su heredad
Cerca de la calle Olvera se encuentra el arrabal emergente Little Toky, que todavía está sumido en el toque de queda impuesto desde el pasado martes en el centro de Los Ángeles. Este es un arrabal que congrega a la comunidad japonesa-estadounidense más ilustre del mundo y que en los últimos primaveras se revitalizó con el furor que despierta el ludópata japonés Shohei Ohtani en el béisbol.
El pequeño arrabal todavía negociación de retornar a la normalidad tras los altercados del fin de semana, que llegaron a causar destrozos en algunos locales y hoteles.
Es por ello que las calles y la plaza principal que lo componen se han acorazado con tapices de madera para evitar más actos vandálicos y para proteger los cristales de las escaparates de las tiendas, la mayoría de ellas todavía cerradas.
Los restaurantes como el de Don Tahara cierran ayer de lo previsto para amoldarse a las exigencias de las autoridades, pero aun así «la parentela no quiere venir a Little Tokio conveniente a las protestas», comenta a EFE.

Aunque para Tahara es una buena idea implementar el toque de queda para amparar a la parentela fuera de las calles en la incertidumbre, puesto que ha mejorado la seguridad en el arrabal, los incidentes de los últimos días hacen melladura en la heredad de sus negocios.
«El daño ha sido muy perjudicial para nuestra empresa», admite.
El arrabal, pese a perder su vida cotidiana, muestra su apoyo a la comunidad inmigrante. A las pintadas en las aceras de «No al ICE», el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, responsable de realizar las redadas migratorias de Trump que se hicieron durante las violentas protestas del fin de semana.
Adicionalmente se suman pegatinas repartidas por los propios vecinos y de paso decoran las tablas de madera que protegen los comercios locales.
«Little Tokyo fue creado por inmigrantes de Japón. Entonces, tenemos una rica historia con la inmigración, mi padre tuvo problemas con el racismo al impresionar», cuenta Tahara.
Mucho ayer de asentarse «hubo discriminación en Los Ángeles contra los asiáticos. Los japoneses fueron el primer orden en marcharse a Los Ángeles, así que lo sabemos, sufrimos mucho», sentenció.