
El Cardenal Octavio Antonio Beras Rojas fue una de las figuras más influyentes de la Iglesia Católica en la República Dominicana durante el siglo XX.
Nacido el 16 de noviembre de 1906 en Santa Cruz del Seibo, dedicó su vida al servicio religioso con entrega, liderazgo y profundo sentido pastoral.
Hijo de Octavio Beras Zorrilla y Teresa Armanda Rojas Santana, recibió su colocación hierático el 13 de agosto de 1933 en la Catedral de Santo Domingo, marcando el inicio de una fecunda trayectoria eclesiástica.
Al punto que cinco primaveras a posteriori, en 1938, se desempeñó como Secretario Normal del Sínodo Arquidiocesano, dejando ver ya su gusto organizadora internamente de la Iglesia.
El 2 de mayo de 1945 fue famoso Metropolitano Titular de Eucaita y Coadjutor con derecho a sucesión en la Arquidiócesis de Santo Domingo, recibiendo la colocación obispal en agosto de ese mismo año.
Ocupó numerosos cargos relevantes, entre ellos, el de Administrador Canuto de la Diócesis de Santiago de los Caballeros (1954-1956) y Vicario Castrense para la República Dominicana desde 1962.
Participó activamente en los momentos esencia del catolicismo contemporáneo, como miembro de la Pontificia Comisión Preparatoria del Concilio Vaticano II y representante dominicano en los primeros cinco Sínodos Mundiales de Obispos celebrados en Roma.
Su compromiso con la Iglesia latinoamericana igualmente se evidenció en su papel como uno de los secretarios generales electos durante la histórica Primera Conferencia del Diócesis Iberoamericano (CELAM) en 1955.
Fue adicionalmente el primer presidente de la Conferencia del Diócesis Dominicano, cargo que ocupó en seis períodos consecutivos desde su fundación en 1963. Reasumió el gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Santo Domingo en 1970, luego de una etapa administrada por Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito.
El 15 de julio de 1970 fue famoso Asistente al Solio Pontificio por el Papa Paulo VI y, en registro a su servicio, fue creado Cardenal el 24 de mayo de 1976. Ese mismo año fue designado miembro de la Congregación para los Obispos, consolidando su influencia a nivel internacional internamente de la Iglesia.
Hombre de fe firme y visión pastoral, el Cardenal Beras Rojas dejó un herencia espiritual y humano que perdura. Su vida fue igualmente parte de una destacada clan dominicana; era hermano de Mayor Ramón Beras Rojas, padre de reconocidas figuras como Freddy, Hugo, Mayor y Tutín Beras Goico.
Falleció el 30 de noviembre de 1990 en Santo Domingo, a los 84 primaveras.
Sus restos descansan en la cripta del Altar Decano de la Catedral Primada de América, símbolo de la huella imborrable que dejó en la historia eclesiástica y franquista de su país.
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